Los materiales del documento alfonsí

El pergamino.

El principal soporte utilizado en la cancillería alfonsí para la confección de los documentos fue el pergamino, pues aportaba mayor resistencia y durabilidad que el papel, un material que, por ello, era considerado poco apto para los documentos oficiales.

La base material del pergamino era una piel de animal (casi siempre cabra, oveja o ternera) tratada mediante un proceso llamado pergaminaje, orientado a la obtención de la dermis.

La primera operación era la eliminación de la epidermis mediante un baño prolongado en agua y cal. Las pieles se mantenían sumergidas en cubas durante un tiempo, dejando que la disolución calina actuara sobre la superficie de la piel.

Fuente: Die hausbücher der nürmberger zwölfbrüder-stiftungen

A continuación, se eliminaban los restos de pelo o lana de la cara externa, así como la carne y grasa de la interna, raspando la superficie sobre un soporte curvo con un cuchillo sin filo, igualmente curvo, llamado rasorius. Los restos de pelo y carne se eliminaban con relativa facilidad gracias al efecto producido por la maceración en cal.

Fuente: Die hausbücher der nürmberger zwölfbrüder-stiftungen

Después se procedía al estirado de la piel, consistente en tensar el pergamino en un bastidor, uniformemente, para eliminar arrugas y pliegues. Entretanto, las pieles se sometían a un proceso de humectación y secado mediante la aplicación de agua caliente y se seguían raspando con otro cuchillo, el lunelum, que recibía este nombre por su característica hoja con forma de medialuna.

Fuente: Die hausbücher der nürmberger zwölfbrüder-stiftungen

El acabado final se obtenía mediante el bruñido con piedra pómez o hueso de sepia con el que se terminaba de preparar la superficie para la escritura.

La tinta de escritura.

En el occidente medieval las tintas más utilizadas para la escritura, desde el siglo XII, fueron las tintas ferrotánicas. Su base era una sal metálica: el sulfato de hierro (llamado entonces vitriolo, caparrosa o aceche) que al reaccionar con un ácido producía un compuesto parduzco.

Los ácidos que más se utilizaron a tal efecto se extraían de taninos vegetales, el más frecuente se obtenía mediante la maceración de agallas de roble en agua de lluvia o vino

Sulfato de hierro. Mineral de melanterita extraído del río Tinto

Recién formada, la tinta tenía un color tenue, por lo que a menudo se oreaba para favorecer su oxidación, así se obtenía un precipitado de un negro intenso que, finalmente, se mezclaba con el aglutinante (goma arábiga o clara de huevo), el disolvente (agua o vino) y otros aditivos que otorgaban a la tinta propiedades particulares de textura, brillo e incluso aroma.

Rama de roble con agallas
Goma arábiga procedente del árbol de la acacia

Tintas de color.

Para la ornamentación de los documentos, la señalización de ciertas partes del texto o la elaboración del signo rodado los escribanos e iluminadores utilizaron tintas de color. Su composición constaba de una mezcla de pigmentos molidos o colorantes naturales con un aglutinante (yema de huevo, gomas, almidón, etc.).

El rojo a menudo procedía de pigmento de cinabrio (sulfuro de mercurio, como el que se encuentra naturalmente en las minas de Almadén) o minio (óxido de plomo) o colorantes como los extraídos del insecto cochinilla o grana (kermes vermilio; kermes ilici) o la planta rubia (rubia tinctorum).

Los minerales más utilizados para la elaboración de pigmentos azules fueron el lapislázuli, la azurita y los preparados con cobre, por exposición a vapores de vinagre. Entre los colorantes destacaron las plantas de índigo (indigofera tinctoria) y el pastel (isatis tinctoria).

El pigmento verde más frecuente fue el verdigrís, obtenido al exponer láminas de cobre a la acción de vapores de vinagre, o mediante colorantes extraídos de lirios, gladiolos, coles y otros muchos vegetales. En menor medida se usó malaquita en polvo.

Lapislázuli
Verdigris (óxido de cobre)

El pigmento blanco más importante fue el blanco de plomo, obtenido de la suspensión de láminas de este metal en vinagre u orina. Recibe también el nombre de albayalde o cerusa.

El amarillo más frecuente fue el oropimente, mineral muy tóxico, y colorantes como el azafrán (crocus sativus) y la gualda.

Oropimente

El dorado se preparaba como los demás pigmentos, a partir de oro molido templado con un aglutinante, era el pigmento conocido como aurum liquidum. El oro se aplicaba también en finas láminas (panes).

Utensilios de escritura

Desde época romana, la lisura y resistencia del pergamino hicieron que la pluma de ave se prefiriera frente al cálamo, utilizado desde la Antigüedad para escribir sobre papiro.

Sobre todo, se utilizaron las plumas más desarrolladas de las alas (plumas remeras) de grandes aves como el buitre, el cuervo, el pelícano y el ánsar.

El cañón de la pluma se preparaba, raspándolo con un cortaplumas (scalpellum) y tajándolo para conseguir un extremo con aspecto de pico. Este pico se hendía y acanalaba formando dos lengüetas que permitían cargar la pluma con más tinta. A causa del desgaste la pluma debía afilarse cada cierto tiempo.

Otros materiales fueron la regla, el compás y las escuadras, que servían para pautar y formar los renglones del escrito. Las correcciones debían hacerse por raspado, con el rasorium.

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