El fondo de los marqueses de Perales del Río fue depositado en 2016 en el Archivo Histórico de la Nobleza. Los 58 legajos originales con documentación comprendida entre los siglos XVI y XX fueron instalados en 116 cajas normalizadas cuyos registros descriptivos se encuentran a disposición de los investigadores a través de PARES 2.0. La trayectoria del archivo guarda bastantes similitudes con la de otros fondos familiares que ingresaron con anterioridad en el centro. En 1937, en plena Guerra Civil, el archivo fue recogido por la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico y conducido al Archivo Histórico Nacional, donde fue inventariado. Tras la contienda, fue devuelto a sus propietarios.
El fondo de los marqueses de Perales del Río responde al prototipo de archivos propios de la nobleza española y a la acumulación de títulos en una misma familia. En este caso, el proceso comenzó durante la primera mitad del siglo XVIII. La concesión del título de marquesa de Perales del Río por Felipe V tuvo lugar en 1727 en favor de Antonia de Velasco López de Moreda (1694-1749). Esta merced, junto con la posterior distinción de su marido, el hidalgo Ventura Fernández de Pinedo Rodríguez de Ubierna (1668-1745), como conde de Villanueva de Perales de Milla en 1729, supuso un reconocimiento a la familia por los servicios prestados a la Corona y les aseguró una posición de prestigio en la corte. Con el tiempo, los marqueses afianzaron su presencia institucional con la concesión de oficios palatinos y de la Grandeza de España de primera clase en 1855. Además, integraron en el seno de la estirpe el marquesado de Tolosa, creado en 1719 para Miguel Fernández Durán Fernández de la Casa (1681-1721), y participaron en la vida parlamentaria como diputados del Partido Conservador y senadores por derecho propio desde mediados del XIX hasta la II República. Las fuentes primarias del archivo resultan imprescindibles no solo para el conocimiento del devenir de la familia, sino también para el de otros aspectos ligados a la historia española de la época moderna y contemporánea.
Durante sus trescientos años de trayectoria, los marquesados de Perales del Río y de Tolosa, junto con el condado de Villanueva de Perales de Milla, han permanecido bajo la propiedad de las familias Pinedo Velasco y Fernández Durán, naturales de Burgos y Madrid. En 1809, los títulos se vincularon al hijo del matrimonio entre Antonia María de Pinedo Velasco, hija de los primeros marqueses de Perales del Río, y Miguel Francisco Fernández Durán López de Tejeda, II marqués de Tolosa. Las circunstancias por las que atravesó esta familia a lo largo de su historia incluyeron dos tragedias protagonizadas por José Miguel de Pinedo, III marqués de Perales del Río (1766-1808), muerto durante la Guerra de la Independencia, y por la marquesa consorte María de la O de Queralt Fernández Maquieira, víctima del atentado contra Alfonso XIII y su esposa en 1906.
Antonia de Velasco López de Moreda y su marido, Ventura Fernández de Pinedo Rodríguez de Ubierna, cimentaron el poder económico de la familia sobre la compra de varias cabañas ganaderas y una parte importante de la Real Dehesa de la Serena y de las tierras del Bercial en Badajoz, uno de los principales invernaderos del sur de Castilla para los ganados mesteños. La dehesa había formado parte del patrimonio de la Orden de Alcántara y fue enajenada por Felipe V para sufragar los gastos de las guerras en Italia. Ambos eran, además, propietarios en Perales del Río de otra considerable cabaña de ovejas merinas trashumantes. Los marqueses fundaron un mayorazgo al que incorporaron bienes en forma de rentas, tierras de pasto en las cercanías de Madrid, la cabaña lanar y diversas dehesas extremeñas. Su hijo, Ventura Antonio de Pinedo Velasco (1730-1802), llevó a cabo varias compras de encomiendas y promovió la colonización del lugar de Perales para que dejara de ser un despoblado, llegando incluso a instalar dos fábricas de jabón. A mediados del XIX, la familia se había convertido en la mayor propietaria de la comarca de la Serena y su cabaña ganadera era una de las más importantes de España.
Las fuentes primarias del archivo permiten abordar un estudio genealógico no solo de los marqueses de Perales del Río hasta mediados del siglo XX, sino también de sus antepasados desde principios del XVI. En aquella época, varios miembros de la familia Velasco eran reconocidos como hidalgos y estaban asentados en las localidades de Cirión y Ciella (Burgos), hasta que se instalaron en la corte a mediados del XVII. Por otra parte, el rastro documental de los López de Moreda, que también gozaban de la hidalguía, se retrotrae hasta finales del XV y eran oriundos de Ágreda y San Pedro Manrique (Soria). Algunos de ellos lograron ciertos cargos en la administración de los territorios de la Monarquía Hispánica, siendo nombrados veedores de las fortalezas de Nápoles. Más tarde, Ventura Francisco de Pinedo Rodríguez de Ubierna, marqués consorte de Perales del Río, continuó con el desempeño de cargos administrativos en instituciones como el Tribunal de la Contaduría Mayor de Cuentas y el Consejo de Indias, e inició en 1732 la construcción de un imponente palacio en la calle Magdalena de Madrid, residencia de los marqueses durante varias generaciones.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII y durante todo el XIX, los marqueses de Perales del Río entraron a formar parte de varias órdenes militares como Alcántara, Calatrava y San Juan de Jerusalén, integraron diversas corporaciones nobiliarias como las Reales Maestranzas de Valencia y Sevilla, y fueron distinguidos como secretarios reales, miembros de la Orden de Carlos III y regidores de Madrid y Toledo. A todo ello se sumó el desempeño de oficios palatinos como los de mayordomo de semana de Carlos III, caballerizo de la reina, y gentilhombre de cámara desde el reinado de Carlos IV hasta el de Alfonso XIII. Además, algunas marquesas integraron la Orden de Damas Nobles de María Luisa. Los servicios a los reyes tuvieron un innegable componente internacional, como las diferentes comisiones recibidas por Miguel Francisco Fernández Durán López de Tejeda, II marqués de Tolosa, para conducir a las infantas María Teresa y María Luisa a Francia y Génova respectivamente, para sus matrimonios, y para acompañar a Carlos III a su llegada a España, y a María Luisa de Parma para su boda con el futuro Carlos IV. El interés de los marqueses por dotar al país de nuevos aires de modernidad les condujo a apoyar las iniciativas de varias Sociedades Económicas de Amigos del País, la Real Asociación de Ganaderos del Reino y el Consejo de Agricultura, Industria y Comercio.
El fondo de Perales del Río comprende toda la época moderna y alcanza los años 50 del siglo XX. Al igual que otros archivos nobiliarios, la continuidad de sus series está condicionada por la Guerra Civil, que detuvo en muchos casos la producción documental. El tratamiento archivístico actual ha culminado con la sistematización del conjunto en diferentes secciones y series comunes al resto de los fondos custodiados en el Archivo Histórico de la Nobleza.
La primera sección está dedicada a genealogía, títulos y mayorazgos, formada por los documentos sobre el linaje principal y las familias con las que entroncó, su evolución genealógica y el conjunto de títulos y vínculos que recibieron. Sus series reúnen documentos acerca de la concesión del estatuto de nobleza, la constitución y fundación de mayorazgos, los conflictos por la posesión de bienes vinculados y la historia de la familia. En el fondo destacan varios documentos relativos a las sucesiones en el condado de Villanueva de Perales de Milla y en los marquesados de Perales del Río y Tolosa, que comprenden desde el más antiguo, dado a Ventura Antonio de Pinedo Velasco en 1749 (PERALES DEL RÍO, C.2, D.15), hasta las sucesiones concedidas a Manuel Fernández Durán Villalba en 1953 (C.2, D.75-80).
La segunda sección agrupa los documentos relacionados con la jurisdicción señorial, cuyos derechos eran aplicados en el Antiguo Régimen sobre los vasallos en los ámbitos del gobierno, la justicia y la fiscalidad. La serie de actas de tomas de posesión de jurisdicción permite conocer el momento en que los señores asumían la propiedad de sus derechos. Tal es el caso de la toma de posesión en 1745 de varias propiedades enajenadas en la Real Dehesa de la Serena y adquiridas por los marqueses de Perales del Río (C.56, D.2). De igual modo, destacan los autos para la toma de posesión de la encomienda de Medina de las Torres por José Miguel de Pinedo en 1802 (C.80, D.3).
La documentación referente a la acumulación del patrimonio forma una tercera sección donde se incluyen los testimonios justificativos de la propiedad sobre bienes. Una de las principales series es la de capitulaciones matrimoniales y dotes, donde también solían regularse elementos como los apellidos y las armas. Merece la pena resaltar, en este sentido, la escritura de dote para las nupcias entre los marqueses María del Pilar Pando y Antonio Fernández Durán Pinedo en 1815 (C.15, D.4) y un inventario elaborado en 1791 de los bienes aportados por Ventura Antonio Fernández de Pinedo Velasco en su matrimonio con Micaela María González de Quijano Bizarrón (C.15, D.1).
La cuarta sección comprende los documentos para la administración de los bienes de la familia, referidos al mantenimiento de edificios, inventarios de bienes, contabilidad, pago de impuestos y la actividad del propio archivo. Uno de los primeros listados de bienes que se conserva es el practicado sobre las posesiones de Ventura de Pinedo y Antonia de Velasco en 1749 (C.46, D.18). Otros inventarios incluyen la relación de libros que integraban las bibliotecas de los marqueses Ventura Antonio de Pinedo Velasco en 1802 (C.44, D.4) y José Miguel de Pinedo González de Quijano en 1809 (C.44, D.5).
La quinta sección reúne la documentación personal, incluyendo la vinculada con la vida académica y profesional, junto con nombramientos, honores, condecoraciones de órdenes civiles y asociaciones, y designaciones para ejercer oficios y cargos públicos. La documentación más notable está agrupada en varias series con concesiones de insignias, medallas, bandas y cruces. Los marqueses de Perales del Río fueron distinguidos por instituciones como la Orden de Carlos III, de la que fueron miembros Manuel José Fernández Durán Pando en 1854 (C.13, D.61-66) y Buenaventura Fernández Durán Caballero en 1926 (C.14, D.48-50), y la Orden de Damas Nobles de María Luisa, que aceptó a marquesas consortes como María del Pilar Pando en 1833 (C.13, D.98-99) y María Josefa Caballero Muguiro en 1878 (C.13, D.100-111).
La sección de funciones desempeñadas está formada por documentos generados por los miembros de la familia en sus actividades privadas o en el ejercicio de cargos públicos civiles, eclesiásticos y militares. La serie de funciones palatinas, una de las más características, reúne los testimonios conservados por los Pinedo Velasco y los Fernández Durán, debido en parte a la confusión entre el cargo y la persona que lo desempeñaba. Entre los oficios de los marqueses de Perales del Río en el Palacio Real figuran los de mayordomo y gentilhombre de cámara del rey. Como ejemplo, conviene citar un bloque de cartas remitidas a José Miguel de Pinedo González de Quijano como mayordomo de palacio entre 1790 y 1800 (C.16, D.142-278).
El patronato de obras pías es otra sección que integra los documentos relativos a la administración de memorias de laicos, de las que era patrona la familia. La serie de fundaciones incluye las escrituras de su constitución, recogidas a veces en testamentos. Desde temprana época, los marqueses de Perales del Río contribuyeron al establecimiento de obras pías en iglesias como la de San Ginés de Madrid, con referencias cronológicas comprendidas entre 1723 y 1744 (C.22, D.1), y en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la villa, de cuyas propiedades se hicieron varios inventarios a finales del siglo XVIII (C.24, D.1-3 y D.17-19).
Por último, existen ciertas series englobadas en una sección de colecciones, entre las que sobresale la de mapas y planos, ya que los marqueses eran propietarios de gran cantidad de fincas en Madrid, que sirvieron para ensanchar el área urbana a comienzos del siglo XX. Es el caso de las tierras de Cañogordo, situadas entre la ronda de Alcalá y el foso del ensanche de la capital (C.40, D.40). Capítulo aparte merece una colección de fotografías de inicios del siglo XX con retratos en su mayoría de los nietos de María de la Asunción Fernández Durán y Emilio Drake de la Cerda, marqueses de Cañada Honda (C.109, D.32-78).
FELICES DE LA FUENTE, María del Mar, La nueva nobleza titulada de España y América en el siglo XVIII (1701-1746): entre el mérito y la venalidad, Almería, 2012.
GONZÁLEZ RAMOS, Roberto, “Nobles, damas, aficionadas y diletantes en las exposiciones de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1793-1808)”, en Arte, individuo y sociedad, nº 32-2 (2020), 405-430.
LÓPEZ VIZCAÍNO, David, La Real Dehesa de la Serena en el siglo XVIII, Valencia, 2017.
SÁNCHEZ PRIETO, Ana Belén, “La administración real bajo los Austrias y la expedición de los títulos nobiliarios”, en Francisco Olmos, José María de (coord.), IV Jornadas científicas sobre la documentación de Castilla e Indias en el siglo XVI, Madrid, 2005, 379-407.
Eugenio Serrano Rodríguez
Jefe de Organización de Fondos y Normalización