Con motivo del Día del Libro 2020, desde el Archivo Histórico de la Nobleza presentamos una dispensa para leer libros prohibidos por el Santo Oficio, la cual fue otorgada a favor de la marquesa de Tolosa en 1793.
El documento fue recientemente hallado por el Taller de Empleo durante las labores de tratamiento técnico a las que fue sometido el archivo de los marqueses de Perales del Río y ha formado parte de la exposición Mujer, Nobleza y Poder que tuvo lugar en la Sala de Exposiciones de este centro.
//“Nos, don Manuel de Abbad y Lasierra, por la gracia de Dios y de/ la Santa Sede Apostólica, arzobispo de Selymbria, Inquisidor General/ de todos los Reynos y Señoríos de Su Majestad Católica de su Consejo, etc./
Por las presentes, y la autoridad Apostólica a Nos reservada, de que en es-/ta parte usamos, concedemos nuestra licencia y facultad a la Señora/ Marquesa actual de Tolosa, Señora de honor de Su Majestad, que Dios guarde/ para que pueda tener y leer libros prohibidos por el Santo Oficio, excep-/to los de Pedro Suave [1], Nicolás Machiabelo y demás que tratan ex profe-/so contra nuestra Sagrada Religión, y obscenidades, y de Astrología ju-/diciaria [2], teniéndolos con la devida custodia y reserva para que no pue-/da leerlos otra persona, y con calidad de presentar esta licencia, antes/ del uso de ella, en el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de esta Corte. Y/ mandamos, use con prudencia y christiandad de semejantes libros, y/ que, por su fallecimiento, se entreguen al Tribunal de la Inquisición o Ministro/ más cercano, lo que prevendría a sus herederos y testamentarios/ sobre cuio particular de gravamos la conciencia. Dada en Madrid a/ 24 de enero de 1793.
Manuel, Arzobispo Inquisidor General (rúbrica)/ de Su Ilustrísima el señor Arzobispo Inquisidor General, mi señor / don fray Agustín Ruata y Abbad (rúbrica), secretario”.//
[1] Se refiere al polímata Pietro Sarpi (fray Paolo Sarpi, 1552-1623), religioso veneciano de la orden de los Siervos de María (servitas) cuyas obras completas fueron publicadas en Nápoles en 1790. Todas ellas fueron incluidas en el Índice de libros prohibidos.
[2] La astrología judiciaria era la que se utilizaba para predecir el futuro, en oposición a la astrología natural, equiparable al actual concepto de astronomía.
LA MARQUESA DE TOLOSA
María de la Concepción de Pinedo González de Quijano, (III) marquesa de Tolosa, nació en Madrid y fue bautizada el 29 de octubre de 1754 [1], falleció el 7 de enero de 1802 [2]. Era hija de Ventura Antonio Pinedo Velasco y Micaela González de Quijano Bizarrón. Llegó a ser señora de honor de la reina María Luisa de Parma [3], siendo nombrada el 8 de diciembre de 1789. Se casó con su primo carnal Miguel Antonio Fernández Durán de Pinedo, III marqués de Tolosa, con quien tuvo varios hijos. Su hijo Antonio de Padua heredó el título del marquesado de Tolosa, así como el marquesado de Perales del Río.
Destacó por ser una mujer absolutamente erudita y estar relacionada con los círculos intelectuales de la época más selectos del país. Entre otros, podemos mencionar su relación con Manuel de Godoy Álvarez de Faria, o con Manuel Abad Lasierra, Arzobispo de Selimbria e Inquisidor General. Pero no tendría más interés que otras mujeres de la época, si no es porque, a la luz de los documentos, vemos su preocupación y dedicación por determinados textos, en un entorno claramente cercano a la ideología jansenista.
A la marquesa de Tolosa le fue concedido en 1782 el permiso personal para tener y leer la Biblia en lengua francesa por el obispo de Salamanca e Inquisidor General, Felipe Bertrán Casanova [4], ilustrado, humanista y académico. Su actividad de estudio y preocupación por títulos teológicos continuó durante largos años, ya que en 1793 volvió a solicitar y obtener licencia y facultad por parte de Manuel Abad Lasierra, arzobispo de Selimbria e Inquisidor General [5], en el documento que aquí se presenta:Salto de línea Salto de línea “para que pueda tener y leer libros prohibidos por el Santo Oficio, excepto los de Pedro Suave, Nicolás Machiabelo y demás que tratan ex profeso contra nuestra Sagrada Religión y obscenidades y de Astrología judiciaria, teniéndolos con la devida custodia y reserva para que no pueda leerlos otra persona… mandamos use con prudencia y christiandad…y que tras su fallecimiento se entreguen al Tribunal de la Inquisición” [6].Salto de línea
El aperturismo por parte de la Iglesia en las lecturas restringidas o prohibidas supusieron la prueba definitiva de que las nuevas ideas revolucionarias venidas de Francia venían para quedarse, según Gérard Defour, el poder y la Iglesia ya no podían contentarse con vencer mediante la Inquisición, sino que tenían que convencer [7].
En el mundo de la Ilustración en pleno siglo XVIII, la actividad de la mujer en las academias y sociedades de carácter científico y cultural no era reconocida de pleno derecho, sin embargo, la marquesa de Tolosa se va a encargar de determinados proyectos de relevancia. Tradujo del francés al castellano el Tratado de educación para la nobleza (1728), elaborado por la Real Academia de las Ciencias de París [8], cuyo trabajo fue dedicado a Manuel de Godoy, Príncipe de la Paz. Su traducción fue llevada a cabo con posterioridad a 1789.
La elección de esta obra se estableció por María de la Concepción sobre el siguiente criterio:
“He querido tomarme el trabajo de traducir esta obra por parecerme ser de las más compendiosas que hay tocante a la Educación y por lo mismo pienso que será más fácil el que la compren y lean” [9].
El carácter enciclopedista del pensamiento ilustrado queda bien patente en su motivación principal, igual que en la necesidad de la difusión de esta metodología para la educación del estamento privilegiado. Termina la advertencia previa a dicha traducción haciendo alarde de su ideología ilustrada: “que de la buena educación pende la felicidad del Estado” [10].
También fue publicada la traducción en 1793 [11] de La muerte de los justos o Colección de las últimas acciones y palabras de algunas personas ilustres en santidad de la Antigua y Nueva Ley, [para servir de modelo a los que quieran aprender a morir bien], del padre jesuita Jacques-Philippe Lallemant (1660-1748), prior de Santa Genoveva y cancelario de la Universidad de París [12], que dedicó a la reina María Luisa de Borbón. En la dedicatoria a la reina describe su exposición de motivos de esta manera: “por tratar unos asuntos puramente piadosos”. Su interés por cuestiones de carácter teológico rezuma en todo el contexto documental.
[1] Véase PERALES, C.3, D.9-12. Traslado de la partida de bautismo de su hijo donde consta que ella fue bautizada el 29 de octubre de 1753. PERALES, C.26, D.19. Según otras fuentes, fue bautizada el 29 de octubre de 1754.
[2] PERALES, C.1, D.152. Gaceta de Madrid.
[3] PERALES, C.48, D.23, D.1.
[4] PERALES, C.25, D.62.
[5] Dufour, Gérard. “La Inquisición y la Revolución francesa”, en Repercusiones de la Revolución Francesa en España, Madrid, 1990, p.548: “como lo prueba el nombramiento como Inquisidor General en 1792 del «jansenista» Manuel Abad y la Sierra, la utilización para fines estrictamente políticas de la Inquisición como pudo ser la persecución de libros revolucionarios implicaba la renuncia al regalismo. Una renuncia que se hizo patente con el triunfo del ultramontanismo en tiempos de Fernando VII, pero que estaba ya implícita desde que el poder civil tuvo que recurrir a la autoridad universal de la Iglesia para proteger su sistema político”.
[6] PERALES, C.25, D.61.
[7] Dufour, Gérard. “La Inquisición…”, Ob.cit., p.554.
[8] PERALES, C.48, D.20.
[9] PERALES, C.48, D.20, F.4.
[10] Íbidem.
[11] Gazeta de Madrid, Núm.65 de 13 de agosto de 1793, p.788: “Esta obra así por su piedad como por su erudición ha merecido elogios de algunos prelados doctos, principalmente del cardenal Noailles”.
[12] PERALES, C.48, D.23-24.