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La Navidad en la U.R.S.S.: un cartel propagandístico

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“Na elke krasuvye zvezdy goriat…” de Shubina G.K.

Litografía sobre papel. 1938.

103x70’5 cm.

CDMH. PS-CARTELES,51Nueva ventana

La Navidad en la U.R.S.S.

Entre 1917 y 1929, las festividades navideñas continuaron celebrándose en la Rusia soviética. De hecho, durante el gobierno de Lenin, eran pensadas como un evento para la infancia, además de un símbolo de igualdad, ya que en tiempos prerrevolucionarios la celebración de copiosas comidas y la decoración de ambientes y árboles era un privilegio de las familias ricas. Con la muerte de Lenin en 1924, se intenta convertir esta fiesta en un acontecimiento relacionado con el Konsomol, la organización juvenil del Partido Comunista de la Unión Soviética, con discursos, teatros y sátiras de denuncia sobre el aspecto burgués de la Navidad y el Año Nuevo, un intento que se mostró ineficaz.

Con Stalin, por su parte, estas fiestas fueron vistas como algo obsoleto, principalmente debido a su carácter religioso, por lo que en 1929 se prohíben, promulgándose un decreto que convertía Navidad y Año Nuevo en días laborales. Ademá, se prohibía talar o vender abetos, lo que era supervisado por voluntarios que iban de puerta en puerta para comprobar si se colocaban este tipo de objetos de forma ilegal. Sin embargo, en la clandestinidad, a riesgo de multas, trabajos obligatorios o incluso de cárcel, la gente era reacia a renunciar a estas celebraciones, por lo que se retoman a partir de 1935.

Se desconocen los motivos por los que Stalin cambió de opinión, pero es probable que, dado el escaso éxito de la prohibición, se decidiera autorizarlas, pero aplicando una estrategia de asimilación a la idiosincrasia del Estado comunista, anulando su significado religioso y poniendo énfasis en la festividad de Año Nuevo, siendo aún en la actualidad el principal festejo. A las figuras de Ded Moroz o Padre Escarcha, el Papá Noel ruso, acompañado de su nieta Snegurochka, la Doncella de la Nieve, para repartir regalos, se une el uso de árboles decorados con carácter obligatorio, en colegios y jardines de infancia, colocándose también grandes árboles en las plazas principales de las ciudades rusas, celebrándose por primera vez la colocación del árbol de Navidad del Kremlin en 1937.

Los adornos navideños soviéticos, de hecho, son únicos en su género, ya que la anulación de la significación religiosa en estas fechas convirtió a estos objetos en algo que se alejaba del cristianismo ortodoxo, para acercarse a la nueva ideología y a los logros de desarrollo del país publicitados por el gobierno comunista. Se prohibieron los angelitos, las campanillas y la estrella de Belén, que fue sustituida por la estrella comunista roja de cinco puntas, coronando el árbol. Sus temáticas evolucionan con la historia del país: en la década de los 30, se ligan a las expediciones polares soviéticas, con osos blancos, dirigibles, paracaidistas o exploradores; en los 40, giran en torno a la guerra contra el nazismo, con soldados, armas, aviones y tanques; en los 60, quedan influenciados por la reforma de Jruschov, encontrando multitud de frutas y legumbres; y partir de 1961, con la presencia del cosmonauta Yuri Gagarin, vemos satélites y cohetes espaciales, por poner tan sólo algunos ejemplos.

Shubina Galina

Arte al servicio del poder: el realismo socialista

La autoría de este cartel tiene nombre y apellidos. Se trata de Shubina Galina Konstantinovna (1902-1980), diseñadora gráfica nacida en Voronezh, en Rusia. Ya siendo pequeña demuestra su interés por el arte, recibiendo clases de acuarela en la escuela local. Estudia escultura y diseño gráfico en Leningrado, y después de graduarse, se traslada a Moscú, convirtiéndose en miembro de la Unión de Artistas de la U.R.S.S., sociedad que operaba bajo la estricta supervisión del Partido Comunista, pero cuyos integrantes tenían más posibilidades de ver publicados sus trabajos. Su producción se encuadra en la corriente artística denominada realismo socialista, con influencias tanto de autores modernistas como León Bakst, como de máximos exponentes del arte soviético, con especial mención a Aleksandr Deineka, cuya obra, repleta de retratos idealizados y escenas optimistas, encuentra su rima en Shubina.

De manera general, se acepta 1923 como la fecha en la que comienza el realismo socialista, al ser el año en el que Stalin firmaría un decreto que desmantela las organizaciones de artistas, creando la Unión de Escritores y Artistas Soviéticos como organismo único. Se anula de esta manera la autonomía creadora, al tener que seguir los preceptos marcados por el Kremlin, que buscaba terminar con el carácter revolucionario del periodo leninista, para pasar a centrarse en infiltrar las ideas defendidas por el Partido Comunista en todas las parcelas de vida de la sociedad soviética.

Este nuevo arte, sin embargo, no es una forma cultural totalmente original y puramente proletaria, aunque lo pretenda, ya que bebe de los elementos heredados de la prerrevolución, avanzando a partir de ellos en un periodo de adaptación y posterior desarrollo que se consolidaría en 1934 con el primer Congreso de la Unión de Escritores Soviéticos, en el que dicha corriente se instaura como método artístico oficial de la U.R.S.S. Siempre que respondiera a las necesidades del Estado, se permitían reminiscencias neoclasicistas y de tradición realista, muy presentes en la literatura rusa del siglo XIX, que describe la vida campesina; así como vanguardistas, a pesar de que muchos miembros del Partido Comunista las habían rechazado, ya que aunque habían servido como vehículo revolucionario, son movimientos en los que la creatividad se basa en una visión subjetiva del creador, lo que podía ser tachado de antisoviético, donde prima la colectividad.

El uso del realismo hace que sea un arte más comprensible para las masas, siendo obras que deben mostrar una imagen clara de un Estado unido, justo y próspero gracias a la victoria del socialismo, viendo todo arte carente de ideología como algo negativo. En ellas, se muestra a personas en perfecta forma física y con expresiones felices, en una imagen idealizada en la que el proletariado se muestra en escenas afables, descartando sensaciones asociadas a emociones negativas y de índole personal. La presencia de lo industrial y lo agrario toma un papel principal, pero destacan otros temas, desde desfiles o retratos de grandes personalidades políticas pasadas y presentes, hasta, como en este caso, temas dedicados a la cultura física y la juventud, personificando el brillante futuro del país.

Estos valores nacionales pueden observarse también en las prendas que llevan los niños de la ilustración, en los que podemos ver reminiscencias de los trajes tradicionales rusos. Destaca sobre todo la relevancia de los tocados femeninos, en los que las mujeres jóvenes y las adolescentes mostraban sus cabellos arreglados en una sola trenza, coronada la cabeza con una tira o diadema firme alrededor de la frente, acabada en pico y cuyo frontal se decoraba con cuentas y bordados. Estos arreglos, llamados venet, se asocian a las clases campesinas, y su evolución desemboca en los ricos kokoshnik de grandes dimensiones de las clases pudientes, ya que todo traje nacional o regional hunde sus raíces en lo popular. Destacar también las diademas florales, símbolo de pureza y belleza, siendo un tocado que en la indumentaria popular rusa se relaciona con la infancia y la adolescencia, pues una vez casadas las mujeres deben tapar su pelo.

Serguéi Mijalkov

La producción de carteles propagandísticos en la U.R.S.S.

Para extender este mensaje, un medio muy común era el cartel propagandístico, ya que se trata de un formato que permitía su reproducción y distribución de forma masiva. En esta obra de Shubina, por ejemplo, puede leerse en la parte inferior izquierda, que pertenece a una tirada de 40.000 ejemplares, y que su precio es únicamente de 70 kópeks. De hecho, no sólo la Unión Soviética utilizó este medio para mostrar su ideario, siendo un canal muy utilizado en la Europa de los años 30, en países como Francia o España, con artistas como Josep RenauNueva ventana o José BardasanoNueva ventana.

En los países que conformaron el bloque comunista, los carteles de propaganda se produjeron por millones entre 1917 y 1991, siendo muy relevantes en su fabricación ya no sólo el propio diseñador gráfico, sino también el editor y el impresor, como puede verse en las marcas que suelen acompañar a este tipo de documentos. Las casas editoriales, propiedad del Estado, tenían sus propios sellos, en este caso, impreso en la zona inferior central del cartel. En cirílico, encontramos la leyenda “Editorial Estatal / Iskusstvo / Moscú 1938 Leningrado”, lo que nos indica que fue realizada y distribuida por Iskusstvo, una editorial creada en 1936 especializada en diseño gráfico y Bellas Artes, cuya producción de carteles forma una parte importante del grueso de su producto.

Pero no sólo estas inscripciones nos proporcionan información, sino que además el broche final de la obra lo pone el poema, de grandes letras rojas, también en cirílico. Su autor, Serguéi Mijalkov, figura clave en la cultura soviética y presidente de la Unión de Escritores de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, es un escritor conocido principalmente por su aportación a la literatura infantil del país, así como de los versos que acompañan las melodías del himno soviético y de Rusia. Por lo tanto, la elección de estas palabras y no otras, también contiene su propia intención propagandística.

En el abeto bellas estrellas brillan,

los alegres regalos son incontables.

Nuestros felices niños soviéticos

¡Una Patria Grande es!

Bailamos, cantamos y reímos ahora,

estamos felices de vivir en la Tierra,

y todo gracias a cada uno de nosotros

¡Stalin se preocupa por el Kremlin!

S. Mijalkov

La colección de carteles del CDMH

El cartel forma parte de la colección de carteles del CDMH que pertenecen al fondo de la Sección político-social de la Delegación Nacional de Servicios Documentales de la Presidencia del GobiernoNueva ventana. La presencia de carteles soviéticos en este fondo se debe a la influencia que ejercía la Unión Soviética sobre algunos partidos y sindicatos de izquierdas, que lo veían como un ideal a alcanzar. Por ello, fueron numerosos los intercambios que se realizaron en busca de conocimiento e información en múltiples áreas, incluidos el diseño gráfico y los modelos de propaganda. Una vez en España, estos carteles fueron incautados por el ejército sublevado y traídos a Salamanca con el fin de que la Oficina de Investigación y Propaganda Anticomunista (OIPA) los analizara y llevaran a cabo la correspondiente contrapropaganda.

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El original de este cartel se expondrá por primera vez en nuestras instalaciones de la sede de la Plaza de los Bandos, del 1 de diciembre de 2024 al 12 de enero de 2025.

Durante este periodo, se realizarán charlas breves (20 minutos), en las que te contaremos todo sobre este documento.

  • 4 de diciembre a las 12:00
  • 18 de diciembre a las 17:00
  • 2 de enero a las 12:00
  • 8 de enero a las 17:00

HORARIOS

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Del 1 al 17 de diciembre

De lunes a viernes: de 8:00 a 15:00 horas

Cerrado: sábados y domingos

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Del 18 de diciembre al 12 de enero

De martes a viernes: de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas.

Sábados: de 11:00 a 19:00 horas.

Domingos y festivos: de 11:00 a 14:00 horas.

Cerrado: todos los lunes y el 1 y 6 de enero.

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