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Gerda Taro. Imagen inédita de la gran "petit blonde"

Fotografía Gerda Taro Gerda Taro fotografiada por la espalda mientras captura con su máquina un momento del funeral del general Lukacs. Valencia, 12 de junio de 1937 / Foto Emilio Rosenstein “Emil Vedin”. MECyD. Centro Documental de la Memoria Histórica.

Hace unas semanas, la mayoría de la prensa española difundió la dramática imagen de Gerda Taro mientras era atendida por el brigadista Dr. Kiszely en el hospital de El Escorial. Tras el fatídico accidente que segó su vida y una prometedora trayectoria profesional, veíamos al médico que limpiaba el rostro ensangrentado de la fotógrafa. Una imagen en la que destacaban sus finas cejas, su perfilada boca, su pelo garçon y, sobre todo, esos dedos finos posados inertes, protagonistas de una imagen, la de la ya casi metamorfoseada crisálida.

La fotografía que abre este texto, es otra imagen inédita identificada recientemente entre los fondos del Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca. En ella vemos a Gerda retratada por la espalda. La instantánea está realizada por Emilio Rosenstein, un judío polaco que se marchó a París en 1928 en busca de unos estudios universitarios que, en Polonia, se le hacían demasiado incómodos, como consecuencia de un ambiente antisemita excesivamente ingrato. Al estallar la Guerra Civil española, ya médico, decide ingresar en las Brigadas Internacionales y luchar en defensa de la República, es entonces cuando cambia su nombre por el de Emil Vedín con el fin de proteger a su familia en Polonia. Un testimonio único, el del médico fotógrafo, que con casi mil fotogramas custodiados en el archivo salmantino presenta una mirada imprescindible de la Guerra Civil española. Retrata el frente, la retaguardia y el exilio, con la mirada y la vivencia del médico, del judío que mira a los perseguidos, a los desfavorecidos, capturando el instante preciso, aquel que nos devuelve el tiempo, el fragmento de tiempo, o una sonrisa capaz de humanizar el conflicto. Su archivo se conserva, tras la donación realizada por su hija Yvonne Jane Rosenstein Azoulay, en el Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca y sus imágenes además de enriquecer el patrimonio documental no dejan de mostrarnos grandes sorpresas.

Rosenstein atrapa la figura y la mirada de Gerda, la acaricia con su cámara, la protege y se proyecta con ella y, al hacerlo, invita al espectador a mirar con los ojos de Taro. Aún no sabe que la rubia, la petite blonde, apenas un mes más tarde sufrirá el trágico y definitivo accidente. Un camión en Brunete, un camión amigo, segará esa mirada para siempre, al ser arrojada bajo un tanque, también amigo. No sabemos si el médico fue consciente de fotografiar a Taro ¿la conocía? es posible, ya que también capturó a su compañero sentimental, el también fotógrafo Robert Capa. Un personaje que se encuentra en el otro fotograma de esta página, también otra foto inédita de Emil Vedín, nunca publicada hasta ahora.

Pero en esta ocasión, si el disparo fue a propósito no ennoblece su figura, que queda desvaída en un fondo apenas reconocible, solo para el ojo certero, indagador. Por el contrario Rosenstein, indiscutiblemente se paraleliza con Gerda en su mirada, invadiendo su intimidad, mucho menos desde luego que en aquella fotografía atribuida a Capa donde se muestra a la fotógrafa en su habitación durmiendo. No existen fotografías de Capa durmiendo en pijama, y si existieron nunca fueron publicadas.

El pelo a lo garçon de la fotógrafa, su cabeza cierta, tan próxima. El dedo que se intuye acariciando la escena, nos hace percibir que está guiñando el ojo. ¿Apretó en ese instante el obturador? Estudiando las imágenes de “la maleta mexicana”, encontramos un fotograma que nos lleva a la línea visual de la fotógrafa cuando la captura Rosenstein.

Rosenstein se llena todo él de Gerda, aunque la descentre y la desdibuje, y hace que el resto sea pura anécdota. Gerda de espalda. Nunca un reverso fue tan cierto, tan fuerte, tan histórico. Gerda fotografiando al batallón Dabrowski que rendía honores al general húngaro Lukacs (Máté Zalka), fallecido apenas unos días antes en el frente de Huesca. Ella, haciendo esas fotos tan de ella, tan únicas. Un reportaje, el de la fotógrafa, que se conserva en el International Center of Photography (ICP) de Nueva York. Ese día y cerca, estuvieron Negrín, el general Rojo, Vicente Uribe, Jesús Hernández o Prieto, que fueron objetivo tanto de Taro como de Rosenstein. Pero Gerda además incluyó en el reportaje de ese día unas mujeres anónimas, perpetuando a las sin nombre, anónimas de una guerra, víctimas y protagonistas de aquel día de verano en que se rendía homenaje al general brigadista y escritor húngaro y, en el que una mirada fascinada escoltó a la dama fotógrafa.

Foto de Gerda Taro En la imagen, Robert Capa caminando con su cámara (izquierda del espectador). A la derecha se puede ver al fotógrafo valenciano Luis Vidal detrás de los soldados del Batallón Dabrowski. Valencia, 12 de junio de 1937 / Foto Emilio Rosenstein “Emil Vedin”. MECyD. Centro Documental de la Memoria Histórica.

Gerda Taro había venido a España a cubrir junto a Roberta Capa la Guerra Civil. Colabora con Ce soir y Regards, tras su muerte, esta última revista destacaba su pasión por la fotografía y un gran coraje que hizo que en torno a ella se crease toda una leyenda. Su audacia y talento lo paseó por los frentes de Andalucía, Aragón y Madrid. El 29 de julio de 1937, acompañada por George Soria y Federico Vidal, Gerda Taro cruzaba, a los 26 años, la frontera de nuestro país por última vez. Tras su muerte, había sido llevado su cadáver hasta Valencia, a la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas donde fue velado; numerosas personas desfilaron ante el ataúd que partió desde allí en avión a París, para ser enterrada en el cementerio de Pere Lachaise. Miles de personas acudieron al cementerio para rendir homenaje a la fotógrafa. Entre ellos su padre, también el director de Ce Soir para quién trabajaba enviando sus trabajos desde España; en representación de España, Sammar. También estuvieron José Bergamín, Pablo Neruda, Max Aub o Louis Aragón. Fotografías sin hacer, otras sin firmar y algún corazón partío dejó al marchar.

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