Si tenemos que hablar del documento completo más antiguo del Archivo Histórico Nacional, el que así ha sido considerado durante mucho tiempo, es un pergamino manuscrito en él se relaciona la compraventa de una viña entre dos hermanas, hijas de Ariulfo, Nunila y Recoire, y el marido de ésta última, Argemundo. Estaba situada la viña en Piasca, Cantabria, y se vendió por el valor de dos modios y tres sextarios, o lo que es lo mismo, una oveja, un cerdo, unos zapatos y cereal. El nueve de septiembre del año 857.
El pergamino se fabricaba con pieles de animales jóvenes (cordero, ternero o cabrito), las pieles se sumergen en una solución de cal que permitirá efectuar el pelado y el descarnado. A continuación, se tensan en un caballete para su estiramiento y acabado, mientras con la ayuda de piedra pómez se frota la superficie resultante a fin de eliminar las últimas impurezas y pulir la superficie de escritura.
El pergamino de mayor calidad era la vitela, fabricada con pieles de animales nonatos o recién nacidos que se reservaba para los códices más lujosos.
A raíz de labores propias del archivo de organización y reinstalación de los fondos, aparecen lo que bien podemos denominar cuatro tesoros documentales, un documento incompleto que además es un palimpsesto, manuscrito en el que se ha borrado, mediante raspado, el texto primitivo para volver a escribir un nuevo texto, y tres fragmentos manuscritos en pergamino, que constituyen cuatro muestras excepcionales que han llegado a nosotros gracias a que fueron reaprovechadas para fortalecer las tapas de encuadernaciones de documentos y códices cuando dejaron de ser útiles para sus custodios.
Una muestra de estas labores de restauración de un códice encuadernado en cuero es el proceso de intervención sobre el Tumbo Viejo
En el momento actual, estos documentos pueden considerarse como los testimonios más antiguos escritos en pergamino conservados en España.
El Archivo Histórico Nacional ha dedicado una Pieza del Mes, mayo 2019, a estos fragmentos, de la mano de Luis Miguel de la Cruz Herranz.
Os invitamos a descubrir estos auténticos tesoros
Estos documentos son manuscritos, pero no nos olvidemos de los documentos impresos, el más antiguo del Archivo Histórico Nacional es la Bula de Indulgencia concedida a Fernando de Zúñiga de diecisiete de abril de 1483 que se encuentra en el fondo de Inquisición.
En la doctrina católica, la indulgencia, a diferencia del sacramento de la penitencia o reconciliación, no perdona el pecado en sí mismo, sino que exime de las penas de carácter temporal que de otro modo los fieles deberían purgar, sea durante su vida terrenal o luego de la muerte en el purgatorio. Puede ser concedida por el papa, los obispos y los cardenales. En tiempo de Isabel y Fernando eran ellos mismos los que tomaban las bulas.
La emisión y venta de este documento de 1483 tenía por finalidad la recaudación de fondos para la Cruzada contra los turcos, la conquista de Granada, la construcción o reparación de una catedral, la redención de cautivos o la ayuda a hospitales o cofradías. Con la imprenta se multiplican estos ejemplares.
Bula de Indulgencia, INQUISICIÓN,MPD.8
El Archivo Histórico Nacional dispone de una importante biblioteca con más de 30.000 monografías y 300 títulos de publicaciones periódicas. Cuando el Archivo Histórico Nacional tuvo su sede en el Paseo de Recoletos, contó con 25 incunables, que en 1940 se transfieron a la Biblioteca Nacional.
Un incunable es un libro impreso, en el inicio de la imprenta en Europa, desde 1453 a 1500.
Ver Los incunables del Archivo Histórico Nacional de Ignacio Panizo
El libro más antiguo de los fondos del Archivo es un incunable, impreso en 1483, obra de San Isidoro Arzobispo de Sevilla en el siglo VI, "Etymologiae o Etimologías", escrito en latín.
La Pieza del Mes de junio 2016 esta dedicada a esta obra, os invitamos a descubrirla de la mano de Laura Marías.
Se trata además de la primera gran enciclopedia de la de la historia de la humanidad donde se recoge todo el saber de su tiempo.
Las Etimologías, cuya primera versión es del año 620, constan de veinte libros que suelen dividirse en dos bloques: uno abarcaría los diez primeros (que incluyen el modelo enciclopédico escolar, en su faceta teórica, práctica y de exégesis cristiana) y el otro los diez últimos (que recuerdan a la Naturalis historia de Plinio y están relacionados con la naturaleza, comenzando con el hombre, y las actividades humanas).
Constituye una enorme obra enciclopédica en la que se recogen y sistematizan todos los ámbitos del saber de la época (Teología, Historia, Literatura, Arte, Derecho, Gramática, Cosmología, Ciencias Naturales…). Gracias a esta obra, se hizo posible la conservación de la cultura romana y su transmisión a la España visigoda.
San Isidoro además de Arzobispo de Sevilla desde 599 hasta 636 y Doctor de la Iglesia, fue intelectual, pensador y erudito, prodigándose en estudios y publicaciones muy variadas como la gramática, la retórica y la dialéctica, la astrología, la música, la semiología, estudios jurídicos, históricos...
El VIII Concilio de Toledo (653) manifestó su admiración por la figura de Isidoro con las siguientes elogiosas palabras: «El extraordinario doctor, el hombre más erudito de los últimos tiempos, el siempre nombrado con reverencia, Isidoro». Este tributo fue ratificado por el XV Concilio de Toledo, celebrado en 688. Entre sus discípulos se encuentra San Ildefonso de Toledo.
Todos los escritos históricos medievales de España estuvieron basados en las obras de San Isidoro. Hasta el siglo XII, fue transmitido mediante traducciones de orígenes árabes, siendo una de las fuentes principales para la penetración en Europa de los trabajos de Aristóteles y otros griegos.
San Isidoro fue canonizado en 1598, y en 1722 el papa Inocencio XIII lo declaró Doctor de la Iglesia.