Carta de Fernando de Aragón, duque de Calabria, a las monjas de Santa Clara de Gandía, solicitándoles que, ante la amenaza del corsario Barbarroja, no evacuen el convento para no generar alarma entre la población.
Con la irrupción de Khair Ben Eddin, alias Barbarroja, en el Mediterráneo occidental, los corsarios berberiscos dejan de ser unos piratas insidiosos para convertirse en una verdadera amenaza para la Monarquía Hispánica por sus estrechos lazos con Estambul. El documento refleja la atmósfera de pavor que se respiraba en las costas del Mediterráneo español ante la sola mención del famoso pirata. En este texto el Duque de Calabria asegura a las clarisas de Gandía la ausencia de peligro real y enumera alguna de las medidas de seguridad adoptadas por el gobierno local.