Con motivo de la celebración del Día Internacional de las Mujeres destacamos la importancia de la educación y la investigación como medio de transformación social e individual. A través de los testimonios documentales del Archivo General de la Administración queremos destacar la capital labor de enseñanza e investigación realizada por las mujeres en la España del siglo XX. Como maestras, pedagogas, profesoras de instituto y de universidad y cientificas, las mujeres fueron ocupando desde fines del siglo XIX espacios públicos y ocupaciones antes exclusivos de los hombres.
Esta historia comienza bien entrado el siglo XIX, cuando en 1857 la Ley Reguladora de la Enseñanza, popularmente conocida como Ley Moyano, incentivó la formación del profesorado a través de la creación de escuelas para maestros, un proceso lento en la regularización de la enseñanza, al que dio mucha importancia el Regeneracionismo.
Paralelamente, movimientos filosóficos procedentes de Europa que propugnaban el progreso del ser humano, como el krausismo, popularizaron acercamientos pedagógicos basados en la experiencia práctica del alumno y el contacto con la naturaleza. En España, este ideario fue encarnado por la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos. No obstante, hasta la Constitución de 1931 no culminó el largo proceso de avances iniciados en el siglo XIX, con el reconocimiento del derecho a la enseñanza, de manera igualitaria, entre niños y niñas.
Efectivamente, los años de la Segunda República contemplaron una renovación pedagógica, en la que tuvo un papel fundamental la mujer docente. La plasmación documental de ello se encuentra en la rica serie de Expedientes personales y de concesión de títulos a favor de maestras y maestros, custodiada en este Archivo General, donde pueden encontrarse memorias presentadas para la obtención de un título habilitador para el ejercicio de la docencia. En ellas existen muestras de ejercicios de diferentes materias, producto de las experiencias llevadas a cabo tanto en el aula como en las excursiones.
Así, por ejemplo, en la memoria elaborada en 1932 por Gloria Bouzas Lois para la obtención del título de maestra se presenta una selección de trabajos elaborados en la Escuela de Niñas de Caldas (Pontevedra). Entre ellos destacan los relacionados con el ámbito científico y tecnológico (equilibrio de los cuerpos, propiedades de los líquidos, reflexión de la luz) y con la anatomía.
Del periodo regeneracionista destacamos la labor de profesionales como Micaela Díaz Rabaneda, nacida en 1878. Grado superior de maestra en 1895, tres años más tarde fue nombrada maestra de la Escuela Elemental de Aliaga (Teruel). Fue compañera de promoción de las también docentes María de Maeztu, Juana Ontañón Valiente y Concepción Alfaya. En 1911 inició su andadura en el Comité Femenino de la Sociedad Española de Higiene, cuyo propósito era mejorar las condiciones de vida de la mujer a través de propuestas tanto en el ámbito educativo como en el sanitario. Fruto de su incesante labor, en 1916 fue nombrada vocal del Patronato del Instituto Nacional de Niños Anormales. También destacó en el escenario político: en 1927 fue nombrada concejala suplente del Ayuntamiento de Madrid y en ese mismo año ocupó uno de los pocos escaños reservados a mujeres en la Asamblea Nacional de Primo de Rivera. Aunque existen pocos datos sobre sus últimos años de vida y actividad, parece ser que falleció a causa de la represión política desencadenada en el Madrid de la Guerra Civil. El fondo del Gobierno Civil de Madrid custodiado en este Archivo alberga el certificado de inhumación de sus restos en la cripta del Valle de los Caídos en 1961 (AGA,33,11403, certificado nº 19434).
Otra gran figura de la pedagogía la encontramos en Amparo Irueste Roda (1886-1975). Pensionada por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, realizó estudios en Francia y Bélgica. Producto de esta experiencia fueron los diferentes proyectos pedagógicos llevados a cabo primero como profesora auxiliar en la Escuela Normal de Cuenca, y, años más tarde, como directora de la Escuela de Magisterio de Albacete hasta 1951. Su extensa trayectoria fue reconocida con la encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio, cuyos expedientes de concesión se custodian en este Archivo.
Irueste no fue la única pensionada por la Junta de Ampliación de Estudios. Otra de las maestras becadas fue María Soriano Llorente (1900-1996), que desarrolló un importante desempeño profesional en ámbito de la educación especial. Entre 1923 y 1970 fue directora de la Escuela Central del Patronato de Anormales Mentales, posterior Instituto Nacional de Pedagogía Terapéutica. A lo largo de su vida profesional fue reconocida con la Orden de Alfonso X el Sabio y la Orden Civil de Beneficencia.
En el largo camino hacia la inclusión no podemos olvidar a María Luisa Navarro Margati (1890-1947). Estudió en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, institución promovida en Madrid por Fernando de Castro y Pajares para la formación académica y científica de las mujeres de clase media. Compaginó la docencia en la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer y en el Patronato de Misiones Pedagógicas con la divulgación de iniciativas en pro de la educación inclusiva de colectivos con discapacidad. Prueba de ello fueron sus diferentes publicaciones relacionadas con la temática, a saber: La Enseñanza de la Pronunciación a los Sordomudos (1921), la traducción de la Pedagogía de Fénelon (1919) y la Antología de Rousseau (1931). Junto a su marido, Lorenzo Luzuriaga Medina, fundó La Revista de Pedagogía, editada entre 1922 y 1936. Tras la Guerra Civil se exilió en Argentina, donde prosiguió su carrera como investigadora y divulgadora de la pedagogía, publicando en la editorial Losada El método de trabajo por equipos (1945) y reeditando la Antología de Rousseau (1946), cuya importación a España en ambos casos fue denegada por el régimen franquista.
Finalizamos enlanzando con el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, celebrado el 11 de febrero. Recordamos en este sentido la labor de Dorotea Barnés González (1904-2003), profesora de segunda enseñanza y pionera en la investigación química en España, quien trabajó durante su etapa universitaria en el laboratorio de Marie Louise Foster, instalado en la Residencia de Señoritas. Fue profesora de Ciencias Químicas en el Instituto Lope de Vega de Madrid y al mismo tiempo compaginó la docencia con la investigación, consiguiendo grandes aportaciones en la espectroscopia Raman. Durante la Guerra Civil se refugió en Francia. Aunque regresó a España, el inevitable proceso de depuración la inhabilitó para la enseñanza y nunca más frecuentó las aulas ni los laboratorios.