Otros profesionales relacionados con la medicina empírica durante la Edad Moderna fueron los barberos y sangradores, asociándose principalmente a la práctica de la sangría con ventosas y sanguijuelas, aunque también realizaban otras prácticas como sacar dientes y muelas, y tratar fracturas y luxaciones. Su posición social y profesional se situaba a medio camino entre los médicos titulados y los curanderos o santiaguadores. Su clientela principal estaba constituida por campesinos y artesanos que no se podían permitir pagar a un médico titulado.
El ejercicio de barberos y sangradores fue controlado tempranamente por el "Protomedicato", institución fundada por los Reyes Católicos con el objeto de regular el quehacer curador de médicos y cirujanos, pero cuyas competencias se extendieron a otros oficios con ellos relacionados como ensalmadores, boticarios, especieros o herbolarios. Posteriormente, en Castilla la actividad de barberos y sangradores sería controlada por el "Protobarbeirato".
La diferencia entre las funciones de los barberos y sangradores con las de los cirujanos resultó confusa, ya que a estos últimos, según los pleitos conservados, algunas veces se les asocia con los médicos y otras con los barberos y sangradores. Por tanto, podríamos interpretar que su situación profesional se encontraría en un punto intermedio entre ambos.
De cualquier modo, a la vista de la información conservada en los documentos, podemos ver cómo los cirujanos solían gozar de mayor consideración social y profesional, y a su oficio optaban muchos barberos y sangradores, previa obtención de la titulación requerida.