La recurrencia de ciertos tipos de imágenes nos indica la existencia de un programa iconográfico específico para documentos nobiliarios. Para los hombres del XVI y XVII, productores y destinatarios habituados a la metáfora y a la alegoría, estos códigos eran de fácil comprensión. Las imágenes representadas en los documentos nobiliarios forman un conjunto de signos que apoyan de manera plástica las pretensiones de los clientes-destinatarios. Quizá el ejemplo de las ejecutorias de hidalguía sea el más transparente: las imágenes aluden a las virtudes y valores propios del estamento nobiliario al que acaba de incorporarse el destinatario en virtud del diploma, esto es, limpieza de sangre, dedicación a la milicia y a la defensa de la fe, antigüedad probada del linaje, etc.. ; ocasionalmente se representa la figura del monarca, fuente de la que emana derecho y justicia, subrayando la legalidad del arbitrio judicial. El documento mostrará con sus imágenes aquello que separa al cliente de la masa pechera, aquello que le diferencia del infiel o del sospechoso converso.
La alta nobleza española porque no está a salvo de la maledicencia, recuérdese el Tizón, y porque el lujo librario o documental forma parte de su estilo de vida, usa los mismos temas aún con mayor opulencia (compraventas, fundaciones de mayorazgo, donaciones, etc).
El programa iconográfico se compone de:
- Imágenes alusivas a la antigüedad y honor del linaje: El símbolo por excelencia y además restringido a la nobleza, es el emblema heráldico, portador de las armas de la familia, sean tradicionales o concedidas por el monarca. Aparece en la mayor parte de los documentos de esta muestra. Con menor frecuencia pero con una significación más directa se diseñan árboles genealógicos que incluyen retratos o idealizaciones de los fundadores y antepasados del linaje.
- Imágenes militares: El comitente de noble condición frecuentemente se hace representar en actitud orante y armado con espada, símbolo de su función estamental. Esto es más evidente cuando el comitente viste su armadura de combate. Recordemos que la milicia es la única ocupación digna del aristócrata. El icono que mejor expresa la cualidad de guerrero cristiano ibérico es el de Santiago Matamoros, plasmado como terrible jinete decapitador de islamitas.
- Imágenes religiosas La exhibición del catolicismo militante nos indica la pretensión, y a veces la obsesión, de saberse cristiano viejo, esto es, no simpatizante con posturas heréticas, infieles o conversas. Así, aunque la realidad lo desdiga, el noble nunca desciende de musulmán, judío o converso. Comitentes orantes, visiones cristológicas, Anunciaciones, Inmaculadas, Santos, Evangelistas y aún Padres de la Iglesia rodean profusamente el texto documental compitiendo con otros motivos.
- Imágenes regias: "Imago regis, rex est". Del Rey proviene la legalidad, y de él emanan las mercedes concedidas. La imagen del Rey funciona como "aval", como un signo de validación documental no formal. A lo largo de todo el XVI se dibujaron retratos más o menos realistas del regnante en el interior de las iniciales del documento; y lo que es más sugestivo, precediendo la fórmula del dispositivo "por que vos mandamos..." se nos muestra al rey sentado en majestad, adornado con alguno de sus atributos (corona, cetro), disponiendo. Desde la segunda mitad del XVII, el retrato regio se inspira en cuadros y grabados de artistas de la Corte adquiriendo mayor rigidez.
- Imágenes profanas: son reflejos decorativos de la cultura cortesana del momento. En los más antiguos subsisten ejemplos del gusto por la imaginería fantástica medieval; poco a poco se irán incorporando elementos renacentistas italianizantes, siendo lo fantástico desplazado por imágenes procedentes de la mitología clásica, lo vegetal por ornamentos de corte grecorromano (camafeos, columnas, candelieri), etc. En suma, signos y códigos de alta cultura alejados de la sensibilidad popular.