Se denomina encuadernación al procedimiento técnico mediante el cual se pretende conservar y, en su caso, ornamentar un libro. En esencia, se unen las hojas o los pliegos agrupados en cuadernillos o fascículos y se recubren con cubiertas para salvaguardar el cuerpo del texto.
Muchos ejemplares están realizados con la exquisita maestría que sólo un artista de los hierros o del grabado puede imprimir a sus trabajos, aumentando su valor y su precio. Así sabemos que los trabajos hechos con piel española duplicaban el precio que alcanzaban las encuadernaciones llanas o en pergamino, y que éstas a su vez eran mucho más caras que los ejemplares comprados en rama o carentes de cualquier otro tipo de protección. Las encuadernaciones que poseemos son tanto españolas como extranjeras, debido tanto a la avidez coleccionista de muchos miembros de la nobleza española como a la fuerte inmigración de profesionales de toda Europa que acoge la Monarquía Católica. Durante toda la Modernidad, los principales centros de encuadernación fueron Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla; en tanto que las ejecutorias de hidalguía solían encuadernarse en las mismas ciudades de Granada, Valladolid o Zaragoza donde se expedían por las chancillerías O audiencias correspondientes.
La trascendencia de los libros y su presentación se evidencia, por ejemplo, por su presencia en el refranero tradicional, quien nos ofrece consejos para todos los gustos: “con sus libros hablan los que fueron a los que son”, “libro de lujo, libro sin uso”, “ni libro de badana, ni mujer en la ventana”, “los libros cerrados se estudian por defuera, los abiertos por de dentro”, así como el esclarecedor adagio que reza “el libro bien encuadernado, adorna a su casa y honra a su amo”.
Esta es la versión virtual de la exposición Encuadernaciones Artísticas en el Archivo de la Nobleza, que se puede visitar en el Hospital Tavera de Toledo hasta el 21 de junio de 2010.