Éste estilo surge en Italia en la segunda mitad del s. XV, alentado por el humanismo renacentista y la progresiva expansión de la imprenta. La renovación estética de esta época pasaba por recuperar la idea de armonía de los clásicos grecolatinos. En nuestro entorno, este estilo se denominará plateresco.
Se popularizan las encuadernaciones fabricadas con la piel de becerro color avellana sobre núcleos o tapas de madera, empleando la técnica del gofrado con pequeños hierros sin oro. Se advierte el empleo masivo de la rueda (pequeño cilindro metálico en cuya superficie se grababa un motivo), lo que facilitó la simetría geométrica y las uniones en las esquinas. A partir del XVI se generalizan el dorado de letras y decoraciones.