La Encuadernación estuvo sometida a la misma evolución que el resto de manifestaciones artísticas. En Europa se sucedieron así las cubiertas góticas, mudéjares, renacentistas, barrocas, neoclásicas, románticas, etc. A menudo, dichos estilos convivieron durante un tiempo, aunque en realidad cada taller de imprenta y/o encuadernación imprimía a sus trabajos un distintivo propio. De este modo, se pone de manifiesto que la encuadernación puede ser mucho más que un simple elemento protector de los libros, convirtiéndose, en ocasiones, en auténticas obras de arte.