Los primeros fotógrafos estaban a medio camino entre el arte y la ciencia, no faltando los pintores, grabadores y miniaturistas que abrieron gabinete fotográfico de daguerrotipos en las principales ciudades europeas. Así, los retratos fotográficos imitarán tanto sus poses y encuadres como la escenografía pictórica. Este maridaje entre fotografía y pintura se evidencia en el coloreado de la imagen, un recurso que demostraba la maestría de algunos profesionales y que hacía de algunas de ellas auténticas obras de creación. Salto de línea Desde 1840 se vendieron daguerrotipos en La Habana y abrieron los primeros estudios fotográficos, siendo el segundo lugar del mundo en inaugurar una galería comercial, antes incluso que en París.