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Con el objetivo de crear un espacio dedicado a la creación y difusión de la cultura en todas sus formas se funda en 1880 el Círculo de Bellas Artes
A pesar de que la ciudad de Madrid ya contaba con otra institución clave para el mundo del arte español, como sería la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, esta nueva sede, suponía la incorporación al panorama cultural de un espacio más novedoso. Aunaría en su interior la gran mayoría de representaciones y materias artísticas, pero también otras muchas relacionadas con la vida social y el culto al cuerpo. Será un espacio mucho más permeable a la llegada de nuevas corrientes y representaciones artísticas que no tenían cabida dentro de los parámetros tradicionales de la Academia.
El 10 de marzo de 1919, se convoca el concurso para la construcción de la sede social del Círculo de Bellas Artes
Se presentaron 15 proyectos en una exposición celebrada en el palacio de Exposiciones del Retiro, en la que el jurado descartó los proyectos que consideró inferiores; pero también aquellos que no cumplían con los parámetros dados en la convocatoria. El proyecto presentado por Antonio Palacios fue uno de los eliminados: revasaba la altura máxima permitida que se había establecido para las construcciones emplazadas en la zona de Gran Vía . Lejos de conformarse con la decisión tomada desde el jurado, se enfrentó a todo tipo de discusiones sobre el punto desde el que debería de tomarse dicha altura para, de ese modo, justificar que su edificio cumplía con la normativa. Pese a los esfuerzos, el proyecto fue finalmente descartado.
Sin aceptar la resolución, el arquitecto decidió dirigirse directamente al presidente del Círculo de Bellas Artes protestando por su exclusión, justificando que la altura era la idónea. Fue una protesta que, a pesar de no tener el efecto que se pretendía, consiguió que 199 socios del Círculo se unieran a él mostrando su desacuerdo por la que consideraban una injusta eliminación.
Mientras todas estas situaciones y protestas se sucedían, en mayo de 1920 se celebra una nueva exposición en la que se presentaron los anteproyectos seleccionados con anterioridad. Una exposición a la que solo pudieron acceder los socios, y en la que, para sorpresa de todos, se encontraba el proyecto de Antonio Palacios. En dicha exposición se determina que la votación y veredicto final sobre el proyecto vencedor para convertirse en la nueva sede del Círculo vendría dada únicamente de la mano de los socios.
Acabarían eligiendo por mayoría el proyecto de Antonio Palacios que, sin perder tiempo, el 14 de mayo se dirigirá a la directiva para emprender rápidamente los trabajos, renunciando a sus honorarios pero cobrando por la dirección de la obra. Anunciaría que para al construcción harían falta 6 millones, 2 más de los previstos en el concurso; finalmente el proyecto costará 9 - 10 millones de pesetas.
En el Expediente del proyecto que se conserva en el Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares, Madrid)
📜 AGA Sign. AGA-72-09422-00004
Pese a la trayectoria del arquitecto y la configuración típica de sus edificios, en este proyecto quiso romper con ello y no solo en su configuración exterior, sino también en la interior. Lo más significativo y remarcable fue, seguramente, la creación de un proyecto pensando en la comodidad de los socios, teniendolos siempre como piedra angular de todo el plantemiento.
Las obras comenzaron en 1921 y no acabarían hasta 1926 por varias razones, entre las que se encontraba la polémica en relación con la altura alcanzada por el edificio. Se necesitó de la intervención del Gobierno, que publicaría en 1921 un decreto para declarar el edificio como Centro de Protección de Bellas Artes y de Utilidad Pública. Otro aspecto que presentó dificultades fue el tema económico: como ya se ha señalado, el edificio sobrepasó considerablemente el presupuesto previsto, por lo que Palacios se vería obligado a justificar la necesidad de esa ampliación del capital para la finalización del espacio.
Fue un proyecto que pretendía aunar grandiosidad arquitectónica y ornamental, sin olvidar su vínculo y relación con las funciones artísticas, culturales y lúdicas propias de la institución. En 1927, una vez terminado el proyecto, la sede contaba con unos 5.000 socios que podrían disfrutar de las diferentes estancias pensadas para ellos: zonas para las artes, exposiciones, conferencias, zona de cine, teatro; pero también piscina, billares, barbería, salón de estudio o sala de baile para las fiestas de largo, entre las que se encontraba el baile de máscaras.
Entre todos estos aspectos hay que remarcar otro igual de importante: la especial atención que Antonio Palacios había puesto en que existiera una colaboración con otros artistas para desarrollar la decoración interior y, de ese modo, potenciar al interior la misma monumentalidad que al exterior. Por desgracia, debido a esas dificultades económicas a las que tuvo que enfrentarse en el proceso de construcción, muchas de esas colaboraciones nunca llegaron a realizarse.
Imágenes de los dibujos realizados por Antonio Palacios Ramilo del edificio del Círculo de Bellas Artes (año 1919), conservados en el archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando .
Pueden consultarse en su catálogo online
Para la configuración interior, como ya se ha señalado, no seguirá su característica articulación en torno a un patio; por el contrario, optará por una escalera imperial de doble tiro. Cada piso fue concebido para albergar usos concretos:
Estas imágenes forman parte del Expediente abierto para su declaración como monumento histórico-artístico, que se conserva en el Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares, Madrid)
📜 AGA: Sign. AGA_72-09422-00004
El exterior muestra una gran verticalidad con inspiración en los rascacielos norteamericanos. Este último detalle entraba de nuevo en contraposición con lo que se había pretendido en origen a nivel arquitectónico, para así conseguir una estética unitaria en toda la zona que englobaba la calle Alcalá y Gran Vía.
Pese a todos los inconvenientes encontrados y la estética exterior, quizás demasiado moderna para el Madrid de la época, que avanzaba hacia la modernidad del resto de capitales europeas aunque a paso mucho más lento, el proyecto resultó ser un gran éxito, convirtiendose en un icóno dentro de la ciudad. De estética rompedora, cada planta presentaba una volumetría diferente, reduciendose a medida que se ascendía, contradiciendo el gran racionalismo con el que había sido pensado en su ordenamiento interior. Ayudaría a que adquiriese un gran valor iconográfico en el siglo XX que se ha mantenido hasta hoy.
Como no podía ser de otra manera tratandose de un edificio de Antonio Palacios, está rematado por un gran torreón con un escalonamiento junto a la estatua de la diosa Minerva.
El proyecto inicial de Antonio Palacios había sido pensado para que una estatua coronase el edificio, pero por la falta de presupuesto no pudo realizarse hasta muchos años más tarde; de hecho, se llegó incluso a realizar una maqueta previa. Como no podía ser de otro modo, y más tratándose de Antonio Palacios, la escultura era muy concreta: la representación de la diosa Minerva la que coronaría el espacio.
No será hasta la celebración de un nuevo concurso en 1963 por la Junta Directiva del Círculo de Bellas Artes cuando Joaquín Calvo-Sotelo proclama como ganador al escultor gaditano Juan Luis Vasallo. Una escultura más desarrollada que la proyectada en origen por Palacios, el escultor quiso reflejar todos los elementos necesarios que permitían identificar diferentes aspectos de la vida y naturaleza de la diosa: la lechuza, representación de la astucia; el escudo con la cabeza de Medusa, que le había sido otorgada por Perseo en agradecimiento por la ayuda que le había ofrecido; o el rayo de Júpiter junto a su traje de guerrera, que hacen referencia al origen de su nacimiento: la diosa ya adulta y vestida como guerrera surge de la cabeza de su padre, el dios Júpiter. La escultura fue colocada finalmente en 1966 y se dice que habría costado más dinero conseguir depositarla en el lugar para el que estaba destinada, concretamente a 58 metros del suelo y con unos 3.000 kilos de peso, que la cifra que percibiría el escultor como apgo a sus trabajos. La cifra podría haber ascendido al millón de pesetas frente a las 100.000 que habría recibido el escultor por realizar la obra.
Sea como fuere, Minerva, diosa de la sabiduría, las artes, la estrategia militar, protectora de Roma y patrona de los artesanos, corona la azotea del círculo en 1966, potenciando la imagen icónica del edificio, no solo para los madrileños sino para cualquiera que se desplace hasta la capital.
Como curiosidad, además de la escultura, la diosa Minerva ha sido el emblema de la institución desde su fundación en 1880, el escudo de la institución así lo muestra
Conservado en el Archivo General de la Administración (Alcalé de Henares, Madrid)
📜 AGA: Sign. AGA-72-09422-00004-001