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Los Caballeros de Santiago

Pulse para ampliar Título de conde de Monterrón a Juan de Andicano (AHNOB,MONTERRON,C.1,D.1)

Desde sus comienzos, la Orden de Santiago estuvo integrada por freires caballeros, el núcleo fundamental y más numeroso, hidalgos de origen y con funciones eminentemente militares, entre los que se escogían las más altas dignidades (maestres y comendadores); freires clérigos, con función religiosa, que vivían en prioratos y conventos; freires menestrales, también hidalgos, pero sin funciones militares; sirvientes; familiares; y freiras, religiosas que podían ser bien célibes o bien esposas de los caballeros, que vivían en monasterios, aunque a estas últimas se les permitía en determinados periodos de tiempo convivir con sus maridos.

Con el fin de la Reconquista y la llegada de la Edad Moderna, el papel de los caballeros en el seno de la orden cambió radicalmente: su primigenia función militar había desaparecido, pero a partir de entonces, y desde sus prominentes puestos en la administración y el ejército, lucharon por mantener vivos los más elevados principios morales (honor, lealtad, valor, generosidad, justicia…) y religiosos (fe, caridad, humildad, templanza…) que por entonces se asociaban de manera especial al estamento nobiliario.

La progresiva aristocratización de la orden impuso como requisito para todo aquel candidato que quisiera tomar el hábito de caballero ser hijo legítimo e hidalgo por parte de padre y de madre (ampliada más tarde a abuelos y bisabuelos por las dos ramas). Pasado un tiempo, se hizo además imprescindible ser limpio de sangre (no tener ascendencia judía, musulmana o conversa), no haber sido condenado por la Inquisición (ni él ni sus familiares) por haber llevado a cabo actos contra la fe, no ejercer oficios manuales o industriales y testimoniar su carácter honorable. Todo ello convirtió a la Orden de Santiago en una institución sumamente elitista. Llevar en la vestimenta el emblema de la orden — una cruz de gules que simula una espada, flordelisada en empuñadura y brazos — era todo un símbolo de alto estatus social.

Una vez le era concedido el título de caballero, éste era armado y recibía el hábito. Durante su noviciado debía servir varios meses en las galeras del rey y vivir otra temporada en un convento de la orden para aprender y asimilar la regla, y sus usos y costumbres. Tras este periodo, hacía profesión solemne de tres votos: obediencia a sus superiores, al rey y al papa; pobreza atenuada (podían disponer libremente de bienes con el beneplácito de los maestres y del rey); y castidad conyugal (podían contraer matrimonio, pero no con cualquiera: su mujer estaba también obligada a probar su legitimidad, hidalguía y limpieza de sangre). A estos se sumaría, a partir de 1655, otro voto: defender la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Un caballero ucleseño: Tomás de Torres Moya

Tomás de Torres Moya (1715-1786), natural de Uclés (Cuenca), era hijo de Diego de Torres Escobar, regidor y procurador síndico general de dicho municipio, y de María Teresa de Moya Gutiérrez. A lo largo de su vida desempeñó diferentes cargos de la administración municipal de su villa natal: regidor (1741 y 1752), alcalde de la hermandad (1742), procurador síndico general (1745) y alcalde ordinario. El 16 de diciembre de 1755 fue nombrado, por real cédula, caballero de la Orden de Santiago e hizo su profesión, tras pasar las pruebas pertinentes, el año siguiente.

En la década de los 60 del XVIII se llevaron a cabo importantes descubrimientos en Cabeza del Griego (Saelices, Cuenca), solar de la antigua ciudad romana de Segobriga y sede espiscopal en época visigoda, por parte de los vecinos de Uclés y Saelices. La Real Academia de la Historia requirió en 1765 informes sobre dichos hallazgos a José Alsinet, académico honorario y médico en Aranjuez, y al año siguiente al propio Tomás de Torres y Moya, quien remitiría a la Academia unas notas sobre la situación geográfica de las ruinas y la existencia de varios monumentos epigráficos de carácter funerario, además de una pequeña colección de veinticuatro monedas que hoy forman parte de su Monetario.

Tras quedar viudo, casó en segundas nupcias con Francisca Paula Parada Daoíz, con quien tuvo a su única hija, Manuela de Torres Parada, casada a su vez con Ignacio Luis de Miñano Daoíz, oficial mayor de la Secretaría de Gracia y Justicia, miembro del Consejo de Hacienda y caballero pensionista de la Real Orden de Carlos III.

A su muerte fue enterrado en la capilla que, bajo la advocación de San Martín de Tours, servía de panteón funerario familiar en el convento de carmelitas descalzos de San José de Uclés, y qué el mismo había mandado reedificar en 1767.

Pulse para ampliar Mapa genealógico de Tomás de Torres Moya
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