Número de inventario: 18785. Covarrubias (Burgos).
Madera, hierro. 68 x 6 x 4,3 cm.
El hombre con el derecho del más fuerte, invadió el mundo animal y utilizó sus carnes para alimentarse y sus pieles para protegerse del frío, o para servir de recipientes donde conservar líquidos como vino, vinagre o aceite.
Pero la piel en su estado natural no tiene apenas valor práctico pues se pudre o se seca si no es tratada con anterioridad. Muchas son las formas de tratarla: frotándola con materias grasas, ahumándolas para atajar la putrefacción, pero la parte más importante del curtido, se funda en el empleo de ciertas partes vegetales con la facultad de modificar la piel de los animales de un modo ventajoso para poder servirse de ellas.
La piel del animal consta de tres partes: la epidermis, el cuero cabelludo y una membrana grasa. Tras una limpieza a fondo, el curtidor tiene que separar completamente le epidermis con los pelos, para lo que necesita una cuchilla para raer las pieles y un caballete inclinado. Colocando la piel extendida por la parte interna en el caballete, el curtidor pasa las veces que sea necesario y con fuerza la cuchilla desde arriba hacia abajo.
La cuchilla es rectangular y ligeramente curvada con filo en uno de sus lados mayores y con un mango a cada lado, adaptándose a la superficie del caballete.
Después de este proceso viene el de ablandar la piel mediante un baño de cal, la resudación y se le vuelven a pasar las cuchillas, ahora más finas para eliminar todas las impurezas (E. Urios y Gras, 1889: 5).
VSC