Número de inventario: 12408. Etxalar (Navarra).
Madera de haya. 22,5 x 18 y 14,5 x 20,5 cm.
Estas paletas, recubiertas de cal, se usan en un proceso de caza de palomas en una zona de tránsito en sus migraciones estacionales. Se trata de una actividad documentada en varios artículos e, incluso, filmada en 1972 (P. y J. Caro Baroja, 1994). J. Bautista Ardebol (1929) indica que existían torres desde las que se lanzaban las paletas, cuya misión era la de hacer bajar a los bandos de aves con el fin de permitir que los cazadores dispararan contra ellas, o bien que quedaran atrapadas en una serie de redes puestas para la ocasión; ambas facetas se daban conjuntamente y, en esa fecha, la superficie de redes era de 600 m2, siendo movidas mediante poleas. Parece ser que las paletas eran confundidas con gavilanes por las palomas, motivo por lo cual variaban su dirección de vuelo, bajando hacia el suelo. La llegada de una bandada era avisada con toques de corneta que variaban en función de la importancia de la misma. Este proceso era gestionado, en esas fechas, por una Sociedad que controlaba la temporada de caza (de septiembre a noviembre) y que obtenía rendimientos tanto de los cazadores que acudían como de la venta de las palomas capturadas. La importancia del tema era tal que este autor indica que incluso el rey Alfonso XII había acudido a este puesto de caza.
J. Caro Baroja (1951), por su parte, proporciona una mayor información. Indica que hay palomeras similares en Las Landas y Gascuña, y que las torres de la de Etxalar –dice que hay 10– se encuentran en territorio francés (por lo que pagan un canon a la vecina localidad de Sara) y pertenecían a un marqués. Además, éstas se diferenciaban según tuvieran paletas o banderas, mientras que las redes (que se comenzaron haciendo en el pueblo y luego se traían de Pasajes) permanecían en el terreno toda la temporada de caza. Junto a los toques de corneta, los silbidos eran otro sistema con el que precisar características de tamaño y dirección de las bandadas. En 1949, los cazadores sólo disparaban a las palomas que no habían caído en las redes, mientras que las capturadas vivas eran vendidas para el tiro al pichón.
Recientemente, I. Ursua Irigoyen (1992) ha analizado documentación histórica sobre caza de palomas, mientras que D. M. Broza (2003: 188-198) aporta información actualizada al respecto. La caza de palomas en tránsito durante su migración al sur ha sido prohibida por tribunales de jurisdicción europea en 2005, tras años de litigios.
JLMC