Número de inventario: 35386. Madrid (fabricada en Barcelona).
Papel. 40,4 x 28,2 cm.
El Diccionario de la Real Academia Española define la fábula como “una composición literaria, generalmente en verso, en que por medio de una ficción alegórica y de la representación de personas humanas y la personificación de seres irracionales, o bien inanimados o abstractos, se da una enseñanza útil o moral”.
Los animales toman un papel fundamental en este género literario, son sus protagonistas, en la mayor parte de los casos, sustituyendo en sus acciones y comportamientos a los humanos y actuando como portadores de una moralidad extraída de la sabiduría popular.
Encontramos su origen en Mesopotamia. La primera recopilación la encontramos en la Grecia del siglo VI a. C. que aunque en realidad son narraciones populares y anónimas se atribuyen a Esopo. Desde Grecia pronto se introducen en el mundo romano, destacando entre sus autores Fedro, en el siglo I a. C. Estos dos autores van tener una gran difusión durante la Edad Media y, junto a la influencia oriental, su obra va extenderse por Europa con el nombre de Isopetes, rastreándose su influencia en el Arcipreste de Hita y Don Juan Manuel.
Las fábulas clásicas se convierten en lecturas fundamentales sobre todo por su valor moralizante en el Renacimiento. En el siglo XVII Jean de La Fontaine, da un gran giro a este género y lo convierte en lo que hoy conocemos, influyendo de forma determinante en los autores de su época y posteriores, como son los españoles del siglo XVIII Félix María Samaniego y Tomás de Iriarte. En la versión contemporánea de la fábula se apunta a una reelaboración irónica en la que suele desaparecer la moraleja o se ofrece al lector un marco mayor de sugerencias, como ocurre con Luis Goytisolo o Juan José Arreola.
La forma en la que encontramos representadas las fábulas en esta ocasión es a través de tres aleluyas que aluden a recopilaciones de tres de los autores mas importantes: Esopo, Félix María Samaniego y Jean de La Fontaine. Es de destacar en este último como su apellido deriva a través de la tradición popular como Lafuente.
El nombre genérico de aleluya deriva del modelo de unas hojas que llevaban impresas la palabra aleluya y que lanzaban los niños desde balcones durante las procesiones de los días del Corpus, Semana Santa y otras festividades. Pero su origen se encuentra en los antiguos juegos de Aucas, que derivan en juegos para niños y posteriormente en pliegos utilizados de forma pedagógica para los niños, o satírica para los adultos.
Estas piezas conservan de las antiguas aucas la composición en cuarenta y ocho viñetas xilografíadas, cuyo pie tipografiado consiste en un pareado en el caso de las de Esopo y Samaniego y en el título de la fábula en el de Lafuente. Las tres están impresas en la misma Casa Llorens de Barcelona en la última mitad del siglo XIX (G. Solache Vilela, 1995: 242).Esta forma de narrar las fábulas reflejan otra de sus características, por la amplitud geográfica y temporal del género y su carácter popular: las fábulas pueden aparecer en diferentes versiones y variaciones. De esta forma “La zorra y las uvas” aparece tanto en la aleluya de Lafuente como en la de Esopo; “El muchacho y la Fortuna” en las de Esopo y Samaniego… (A. Pérez Jimenez y G. Cruz Andreotti, 2002: 11).
Tanto el género literario, la fábula, como el objeto en sí, la aleluya, comparten dos características fundamentales que son: la inspiración popular, el carácter moralizante o didáctico y el contenido satírico empleado en contra de las élites.
MCGR