Número de inventario: 82673.
Cartón, cristal, madera. 0,8 x 35,2 x 35,2 cm.
El Juego de la Oca es muy simple: una carrera a través de un tablero repleto de trampas y trucos, en el que no siempre gana el que parece que va a hacerlo, y en el que lo más importante para avanzar es ir “de oca a oca”.
Según una leyenda, durante la guerra de Troya los aqueos se aburrían y para distraerse Palamedes de Eubea inventó varios juegos, entre ellos el de la Oca y el ajedrez. Otros relacionan el origen del juego con los Templarios, orden militar fundada en Jerusalén en 1118. Las sesenta y tres casillas del juego corresponderían a las oquedades de la concha del nautilus, que originariamente se utilizaba como tablero. Últimamente, esta relación de la Orden del Temple y el Juego de la Oca se vincula al Camino de Santiago, con el llamado “camino francés”, en el que las ocas representarían enclaves templarios, donde el peregrino se encontraba seguro y a salvo.
Los primeros datos históricos acerca del Juego de la Oca, lo sitúan en el siglo XVI en la Florencia de los Medici de donde pasó a la corte de Felipe II de España. Expresión de los continuos cambios que la rueda de la fortuna nos depara, fue en Inglaterra y en 1597 donde aparece por primera vez el nombre que todavía hoy mantiene en sus más diversas variantes.
El recorrido del juego acabó por convertirse en una meditación sobre la vida misma, y los tableros llegaron a ilustrar temas tales como la Revolución Francesa, intrigas políticas, enredos amorosos, e incluso la I Guerra Mundial. También se ilustraba con temas menos trascendentes, como viajes alrededor del mundo, las andanzas de Don Quijote, y en ocasiones se utilizó para impartir lecciones morales y de buen comportamiento.
CGHR