Número de inventario: 10583. llavieja de Nules (Castellón de la Plana).
Madera, acero. 17 x 83 x 22,5 cm.
Hasta la aparición de los abonos químicos, el recurso al excremento de animales -o a las algas, en zonas costeras- ha sido fundamental en la agricultura a la hora de fertilizar los campos. La diferente calidad de los excrementos de los animales ha sido algo resaltado desde antiguo, así como la necesidad de que perdieran fuerza dejando pasar el tiempo. La relación entre la recogida del estiércol y la luna vieja busca una mejor preparación de la materia prima (J. M.ª Anglés i Farrerons, 1993: 53-54). Además, como se constata a comienzos del siglo XVI, a través de la Agricultura General de Gabriel Alonso de Herrera (1981: 266-269), existía la idea de que debía estercolarse en menguante de luna con estiércol viejo, ya que criaba menos “yerba”.
El rastrillo que aquí nos ocupa ha sido utilizado para trabajar con el estiércol tanto a la hora de sacarlo de las cuadras como en las sucesivas fases de su traslado al campo y posterior distribución por el mismo. La relativamente moderna presencia de palas metálicas ha venido a sustituir a este tipo de herramientas, dado que con éstas se facilita tanto la carga como el reparto del producto de manera más homogénea, lo cual tiene su importancia cuando el campo es suficientemente grande.
Quizás, en este caso, haya que pensar en un apero utilizado en una agricultura de huerta, dado que otro instrumental agrícola procedente de la misma localidad, existente en el Museo, tienen esta característica.
La pieza está publicada en N. de Hoyos Sancho (1963 a: 53), J. L. Mingote Calderón (1990 a: 90-91) y VV. AA. (1992: 109).
JLMC