Número de inventario: 12093.
Asta, corcho. Long. 15; diám. máx. 7,5 cm.
En estas piezas vemos dos actitudes ante el motivo del águila bicéfala. La primera –en una cuerna de 1748– remite a una imagen emblemática, entroncada con los escudos nobiliarios, en concreto con un águila que podría ser la de los Austrias, con su referencia a los dos imperios, el español y el austriaco, dado que presenta una corona y una cruz sobre ambas cabezas (a pesar del cuerpo como corazón). Las otras dos piezas eligen una aproximación más decorativa, que es más visible, por su perfección, en la cuchara que en la tabaquera, y remitirían posiblemente a creencias en animales fabulosos o estarían copiando, a su manera, imágenes artísticas en las que se producen efectos similares (en bastantes capiteles románicos vemos animales con una sola cabeza y dos cuerpos, o viceversa). El decorativismo del animal de la cuchara se plasma en varios rasgos, de los que cabe destacar los penachos –no coronas– y que el ave sujete unas flores –unos ramos en la tabaquera, fechada en 1885–. La bicefalia en las águilas es normal en los bordados serranos salmantinos, donde se pueden encontrar imágenes prácticamente idénticas a la de la cuchara (L. González Iglesias, 1952: 23 y fig. 6).
Las referencias a animales con dos cabezas tienen una larga tradición que se basa, por un lado, en la existencia de nacimientos de animales con esta malformación y, por otro, en creencias de tipo mitológico y político. Las constantes alusiones, en los libros de prodigios a seres con bicefalia se puede constatar en obras de la Edad Moderna –utilizándoles con un carácter de signo anunciador de cambios, como estudia M.ª J. Vega (2002)– y, con un espíritu crítico, en la obra del padre Feijoo. Para este autor, la existencia de águilas con dos cabezas era posible ya que, en 1723, se había traído un ejemplar desde América a El Escorial, donde se guardaba (E. Chao Espina, 1983: 150 y 296-297).
La diferencia de estas águilas con las alas explayadas es patente frente a otros ejemplos, también salmantinos, en que aparecen con el cuerpo de perfil. A pesar de llevar corona, se pierde el aire heráldico que vemos aquí (L. Cortés Vázquez, 1992: fig. en p. 58).
Esta cuerna está publicada en J. Caro Baroja (1950: 30 lám. VIII) y Pérez Herrero (1980: 108).
JLMC