Número de inventario: 11013. (Álava).
Hierro. 18,5 x 12 x 6,1 cm.
La eliminación de pequeños animales que actúan en ámbitos caseros –entendido éste en un sentido que incluye los espacios dedicados a almacenar grano, por ejemplo– o campestres, ha sido una constante en la historia. Como ha señalado J.-P. Digard (P. Picq et alt., 2002: 95-95 y 123) el recurso a la utilización de otros animales para eliminarles es antiguo: se ha recurrido a la jineta y la culebra entre los romanos y, posteriormente, al gato, que ha pasado a ser considerado un “enemigo natural” de los ratones (en textos literarios medievales castellanos se caracteriza al gato este papel de cazador). Junto a estos métodos, el uso de productos venenosos y el recurso a trampas de variado tipo es fundamental.
La prevención frente a los daños que los animales podían causar en el cultivo se constata ya en el propio campo, asociado también al uso de cepos; de ahí que la eliminación de animales como los topos sea tan importante, por el daño que hacen a las raíces, como la eliminación de roedores que se comen el producto final.
Esta pieza es un tipo específico dentro de la variedad de cepos existente, si bien hay que advertir que le falta una pequeña placa metálica que sirve para armarle. La topillera se colocaba en la entrada de su madriguera, y como se ha señalado, en Aragón se cebaba con un trozo de pera, colocado junto a la placa, y tapado con hierba seca, mientras que en Castilla no se recurría a ningún tipo de cebo. Este cepo es igual a otras procedentes del Pirineo leridano que recoge D. M. Boza (2003: 278).
Todos los tipos presentados aquí tienen un aire “industrial” –aunque hayan podido ser fabricados por artesanos– frente a otros modelos de ratoneras realizados en fibras vegetales o aquellos otros hechos en madera y cuyo esquema se basa en la presión que ejerce un bloque que cae sobre el animal tras haber tratado de comer el cebo.
JLMC