Bastón

Número de inventario: 8033. Salamanca.

Madera, metal. 93,5 x 11,3 x 3 cm.

Se trata de una pieza, de hacia 1920, que incluye una relativamente amplia serie de animales míticos. Así, junto al hipocampo encontramos a un raro animal simbiosis de pez y ciervo, y una sirena. A su lado, aparecen una serpiente, una rana, una cabeza de toro, un oso, una cabeza de ciervo, un perro un camello, una cigüeña, un caballo embridado y una cabra.

La presencia de seres híbridos es una característica repetida con asiduidad en la cultura occidental, como se puede ver en esta Exposición, y se trata de una “realidad” que ha sido admitida durante siglos por personas con una formación seria (E. Chao Espina, 1983: 132, 137-143 y 316-321) y sustentada en la creencia de la verdad de lo escrito por los antiguos y en la posibilidad de que fueran seres creados por Dios, por un motivo desconocido, como muestra de su poder.

Los hipocampos tienen una tradición clásica que les hace ser la fuerza de tiro del carro de Poseidón –aunque el final del cuerpo pudiera parecer de serpiente– y que ha sido retomada iconográficamente de manera reiterada por el arte culto con un carácter muchas veces decorativo que, en algún caso, pueden ser célebres y visibles para cualquier persona ya que se localizan en muchas fuentes públicas (I. Rodríguez López, 1999). El tema, también pasó a la simbología cristiana, aunque no con la trascendencia de otros híbridos (L. Charbonneau-Lassay, 1997: 732-737) y aunque se puede destacar que el ciervo marino une de manera dos símbolos arquetípicos de Cristo, no parece que sea esa la intencionalidad buscada por la persona que los grabó.

La unión de ciervos marinos y de sirenas –con cola de pez– aparece ya en la cerámica de Megara, de finales del siglo III a. C., si bien los primeros son bastante extraños en la iconografía popular y en el ámbito legendario moderno (J. Leclercq-Marx, 1997: 11).

Publicada sólo la fotografía en VV. AA. (2003 a: 160).

JLMC