Gniezno fue la primera capital del país, ya en el siglo XI, aunque existía con anterioridad un asentamiento conocido por los restos de un fuerte del siglo VIII en la Gora Lecha (Colina de Lech). Según la leyenda, el fuerte fue levantado por Lech, el jefe de la tribu polaca, quien fundó el primer Estado polaco poniendo el nombre de esta tribu al país. El nombre Gniezno proviene de «gniazdo», que significa «nido de águila» y supone una referencia al águila blanca, símbolo de la tribu y de Polonia. A comienzos del siglo X esta colina ya era considerada como un lugar sagrado para la mitología eslava. La fortaleza ducal se fundó en el 940 d. C. sobre la propia Colina Lech, rodeada de algunos suburbios fortificados y asentamientos abiertos. Destaca asimismo la catedral del siglo XII, famosa por sus puertas de bronce, que fue construida sobre los restos de una iglesia cuyo origen se remonta al año 973. En ella se custodian los restos de San Adalberto (Wojciech), el primer santo patrono de Polonia.