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  1. Introducción
  2. La huella hispana
  3. Religiones y cultos. Ortodoxias y heterodoxias

Religiones y cultos. Ortodoxias y heterodoxias

La historia de España viene marcada por el legado que las tres religiones del Libro, también conocidas como religiones abrahámicas, dejaron sobre la península ibérica. Cristianismo, islam y judaísmo tuvieron sus períodos de convivencia a lo largo de la Edad Media dando como fruto testimonios de gran riqueza cultural e importancia como la Escuela de Traductores de Toledo.

Desde la Antigüedad Tardía puede testimoniarse la presencia judía en Hispania, tal y como ya parecen indicar determinados vestigios arqueológicos. Su presencia durante el medievo será determinante para el propio devenir de la historia de los reinos hispanos. El peso del legado sefardí no sólo se contempla a través de los testimonios de la cultura material: es importante destacar la presencia de juderías a lo largo y ancho de la geografía española así como la pervivencia de necrópolis y sinagogas, señalándose, entre estas últimas, la conocida Sinagoga del Tránsito, actual sede del Museo Sefardí.

El cristianismo, por su parte, vivirá uno de sus episodios más relevantes en el año 589, bajo el reino visigodo de Toledo, con la conversión de Recaredo a esta religión. Desde el siglo VIII, la presencia del islam en territorio peninsular conllevará luchas de poder territorial con los cristianos pero también alternará con periodos de paz, estabilidad y convivencia que tendrá su impacto en ricas manifestaciones culturales. La coexistencia de las tres religiones se convertiría, por lo tanto, en uno de los rasgos definidores de la España medieval.

Pero la diversidad de religiones y cultos durante el medievo (e incluso durante la protohistoria y la historia antigua peninsular) no será un hecho único en la historia de las religiones sobre la península ibérica: otra de las grandes etapas en que la religión en España tendrá un especial impacto a los ojos de Europa vendrá determinada, primero, por la presencia del Tribunal de la Inquisición y, en segundo lugar. por el peso de la reforma tridentina a mediados del siglo XVI. La Inquisición contribuiría a alimentar la leyenda negra que los adversarios de Felipe II fraguaban en torno a la Monarquía Hispana. El peso de Trento, por su parte, unido a la propia tradición artística española desembocaría en un Barroco particular, caracterizado por un naturalismo exacerbado y por la preeminencia del paso procesional como género escultórico. La escenificación total del Barroco en las procesiones se convertirá, sin lugar a dudas, en otro de los elementos que identificará a la cultura hispana más allá de sus propias fronteras.

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