Aunque hay precedentes durante el Paleolítico, el proceso de asentamiento más o menos estable de la población a partir del Neolítico tuvo entre sus implicaciones la generación de un mayor número de contactos entre comunidades vecinas, así como la difusión de ideas y con ellas de artefactos a través de amplias extensiones del territorio europeo.
En este contexto el megalitismo, una forma monumentalizada de enterramiento colectivo ligada a grupos familiares amplios, se extendió por buena parte de la fachada atlántica europea desde momentos muy tempranos del Neolítico, alcanzando también el Mediterráneo. Los monumentos megalíticos fueron también referencias en el paisaje para estas comunidades. Entre los ajuares enterrados en ellos con los difuntos resulta frecuente la aparición de objetos exóticos, bien por su materia prima, bien por su diseño, sobre todo a partir de momentos avanzados del Neolítico y, sobre todo, en el siguiente período: el Calcolítico.
En la transición a la Edad del Bronce una serie de importantes cambios sociales hicieron visible entre estas sociedades un proceso de jerarquización en el cual los individuos se hacen patentes en el registro arqueológico, a través de la aparición sistemática de tumbas individuales y de elementos de rango y prestigio, entre los que destacan la metalurgia del cobre y oro, así como la costumbre de usar recipientes profusamente ornamentados, denominados por su forma vasos campaniformes. Éstos aparecen por toda Europa occidental y mediterránea, alcanzando incluso el Norte de África.
Más allá de este momento el desarrollo de la metalurgia con el empleo de aleaciones de cobre con otros metales se convertirá también en un vínculo entre los grupos europeos, y en protagonista de los intercambios culturales de la Edad del Bronce, en muy amplias regiones del continente. Su expansión dibuja redes de intercambio que llegaron a unir en algunos casos territorios tan lejanos como Escandinavia con la península ibérica y el Mediterráneo.
Actualmente la genética está abriendo nuevas puertas al conocimiento de estas relaciones, ya que junto con ideas y objetos, empieza a documentar un volumen de movimiento de gente que hasta hace poco nos era en buena medida desconocido.