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  1. Introducción
  2. El contacto con Europa
  3. Industria y tecnología

Industria y tecnología

La Revolución Científica de los siglos XVI y XVII materializada por Copérnico, Descartes, Galileo, Pascal, Newton o Huygens dio forma a una nueva manera de hacer ciencia, experimental y matemática, conllevando el desarrollo de numerosos instrumentos de medida, técnicas y habilidades para la observación. Al socaire de este cambio de paradigma surgen la grandes academias de ciencias europeas como la Accademia Nazionale dei Lincei (Roma, 1603), la Accademia del Cimento (Florencia, 1657), la Royal Society (Londres,1660) o la Académie des Sciences (París, 1666), que promovidas por príncipes y monarcas, pero también por nobles y altos funcionarios, tenían por objetivo el fomento del progreso científico y por ende, el desarrollo tecnológico de las sociedades. En España, magnas instituciones creadas por la dinastía de los Austrias para la didáctica de las ciencias como la Academia Real Matemática –fundada por Felipe II-, o el Colegio Imperial de Madrid –auspiciado por la emperatriz María de Austria-, importaron de territorios como Flandes o la actual Holanda docentes de renombrado prestigio así como los instrumentos tecnológicos más avanzados de su tiempo, construidos en aquellos talleres, y que en parte aún se conservan en la actualidad.

La Ilustración europea incidiría en iniciativas como la creación de las Reales Fábricas españolas en el siglo XVIII hasta que el siglo XIX y la Revolución Industrial con la máquina de vapor, el telégrafo y la locomotora como grandes logros, abriría el nuevo tiempo de la fabricación industrial a gran escala.

El patrimonio industrial inmueble -edificios fabriles y sus instalaciones- y mueble –herramientas y útiles-, forma también hoy en día parte indisoluble de las colecciones de los museos, al igual que el patrimonio tecnológico más avanzado cuyo límite de innovación aún desconocemos.

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