La escena de la adoración de los Magos fue recogida únicamente en uno de los cuatro evangelios de la tradición canónica. Se trata de una narración breve en la que San Mateo nos relata cómo
“en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo ¿dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle” (Mt.2, 1-2)
El evangelista no menciona en ningún momento que los magos fueran reyes, tampoco que fueran tres y, por supuesto, no hace referencia alguna a sus nombres. Sin embargo, la parquedad del relato ha posibilitado que escritores, artistas y comentaristas de todos los tiempos dieran rienda suelta a su imaginación, coloreando con detalles apócrifos la narración original y dando lugar a la tradición que hoy conocemos.
Gracias a un armorial conservado en el Archivo Histórico de la Nobleza, (AHNOB,Alba de liste,c.1,d.1) podemos conocer el estado de esta tradición a mediados del siglo XVI. Además de mostrarnos los escudos de los Reyes Magos, el texto recoge interesantes pormenores procedentes de reelaboraciones medievales de esta tradición. Veamos algunos de ellos:
La estrella que vieron los reyes, y que señalaba el lugar de nacimiento de Jesús, habría sido vaticinada en una profecía veterotestamentaria atribuida al profeta Balaam: “nacerá estrella de Jacob y se levantará vara de Israel y herirá las sienes de Moab” (Números 24, 17). Aquí el autor de nuestro armorial recoge una interesante aportación de San Juan Crisóstomo según la cual existían en oriente doce sabios astrónomos que, radicados en un hermoso palacio en el Monte Victorial, esperaban orando la aparición del astro anunciado por Balaam. Cuando uno de estos sabios moría, era sustituido por otro manteniendo así viva la tradición. Finalmente, apareció la estrella coronada por “una imagen de niño pequeño so la cabeza del cual resplandecía una cruz”. Fueron estos sabios los que dieron noticia “a los reyes de la India” que “fueron con gran fausto de camellos y dromedarios” camino de Belén.
En cuanto al número de los Reyes Magos, aunque ha variado según las tradiciones, el más aceptado terminó siendo el de tres por influjo de los tres presentes que se mencionan en el relato de San Mateo: oro, que se ofrecía al niño como a rey, incienso como a Dios y mirra como a hombre mortal. En nuestro documento ya parece firmemente establecido este número, así como el nombre de cada uno de ellos. El texto dice así “En las antiguas historias se lee que el día o noche que nació nuestro señor, tres milagros acaecieron en las casas de estos tres reyes: al primero, que llamaron Gaspar, que era rey de Tarso, tenía una hija encinta y parió aquella noche que nació el Salvador un infante que, en naciendo, dijo estas palabras: hoy es nacido el Salvador del mundo, así como yo moriré a los treinta días, y así acaeció; al segundo rey, que llamaron Baltasar, rey de Arabia, se dice que tenía un avestruz que gozaba un huevo, del cual salió aquella misma noche dicha un león y un cordero, significando que aquél día paría la Virgen aquel niño que había de ser león de Judá y cordero que había de quitar los pecados del mundo; y al tercer rey, que llamaban Melchior, rey de Saba, tenía un cedro, y al pie del cedro nació un fruto, y el día del nacimiento del Señor, abrióse el fruto y salió de él un ave hermosa que comenzo a cantar y decir “esta noche es nacido el Salvador del mundo”
Si quieres saber más:
José Oroz Reta, M. Teresa Herrera. "Historia de los Reyes Magos". Helmantica: Revista de filología clásica y hebrea, ISSN 0018-0114, Tomo 33, Nº 100, 1982, págs. 5-88
De los tres Reyes Magos.
Para mejor entender, ante[s] [de] que entremos en la ystoria del Santo Evangelio del evangelista Sant Matheo, conviene traer una profeçía q[ue] está [e]scryta en el Libro de la ley, a los veynte y cuatro capítulos del profeta Balam, q[ue] dixo en el t[iem]po que estaban los judíos en el desierto, bien mill y do[s]zientos años ante[s] del naçimi[ent]o del Señor. E la profeçia es esta: naçerá estrella de Jacob y levantarse [h]a vara de Israel y ferirá a los duques y condes de Moab.
Dize q[ue] se levantará una vara de Israel, e esta era aq[ue]lla vara de que dixo Isaías “levantarse [h]a verga de la rayz de Jesse”, q[ue] según los abtores se entiende por el Salvador, el qual avrá de de heryr los prynçipes de Moab, que eran los prynçipes de los peccados, q[ue] son más fuertes q[ue] prynçipes de honbres. Por donde convenía q[ue] el pryncipe q[ue] los abrá de vençer avrá de ser poderoso, e por eso le llamó vara, como vara de rey o enperador para feryr y castigar. E volviendo a la profeçía de Balam q[ue] es la q[ue] conviene a la ystoria destos bienaventurados tres Reyes Magos, es que dixo este profeta que quando esta vara o verga e señorío se levantase en el reino de ysrael, q[ue] naçería una estrella de Jacob, conviene a saber, de Oriente, donde era Jacob.
E aquél profeta Balaan, aunq[ue] era malo, en esta parte bien habló, e por bueno es tenido, el qual era asimesmo de Oriente. Eran en aq[ue]lla tierra entonçes grandes savios en astrología -q[ue] es çiençia de las estrellas y signos e planetas- e por razon de aquesta profeçía los q[ue] de allí vinieron e naçieron de la generaçión de aquél Balaa[m] deseando saber q[ue] honbre abrá de ser aquél prynçipe, conviene a saber, el Salvador. Dize San Juan Crisostomo boca de oro- q[ue] para saber quando e en q[ue] tiempo la estrella naçería, escogieron entre sí doze varones esmerados y aspertos en tanto q[ue], si uno de ellos muriese, fuese luego otro puesto en su lugar, los quales siempre concordasen al naçimi[ent]o de aq[ue]lla estrella. E para esto hizieron sobre un monte alto q[ue] llaman Victorial un fermoso palaçio con las cosas neçesarias para su sustentaçion por estar allí residentes. E estando allí lavavanse e adoravan a Dios q[ue] les mostrase aquella tan bella estrella de q[ue] Balaan les avía hablado. E una vez estando en su espiculaçión el dia q[ue] naçio el señor apareçio en oriente açerca de aq[ue]llos magos astrologos una estrella resplandeçiente, açerca de la media noche. Ençima de la estrella era una ymagen de niño pequeño so la cabeça del qual resplandeçía una cruz, la qual según dice Boca de Oro, fabló a los magos e sabios diziendo: yd luego a tierra de Judea e ay fallaredes al rei q[ue] tanto deseades ver. E los magos fueron en gran manera gozosos y alegres y alabaron al señor por aver apareçido la estrella en su tiempo, y dieron mandado a los reyes de la Yndia y los reyes luego se ap[er]çibieron e tomaron de las cosas q[ue] entonçes ofreçían a los grandes señores para yr a tierra de los judíos, e a adorar y fazer reverençia [a] aquél niño naçido salvador del mundo †[al margen: E luego se aperçibieron a tomar ofrenda, entiéndese q[ue] estos sabios q[ue] tenía[n] eneste monte puestos los reyes de las Yndias como vieron la estrella les dieron luego mandado, y ellos vinieron y fuero[n] con gran fausto de gamellos y dromedarios y gente la vía de Belén, como adelante se declara después de la ystoria del Evangelio] E por quanto ellos no sabían donde avían de yr çierto, vieron q[ue] visiblemente la estrella se les vino delante, baxandose tan baxa q[ue] no yva de la tierra más q[ue] una lança en alto. E a los montes se alçaba e a los valles se baxaba e quando avíen de jantar e descansar, la estrella se estaba queda, e quando la [a]vían mudar, luego tocaban sus tronpas q[ue] era señal de caminar. E quando llegaron çerca de Hierusalen fueron muy tristes porq[ue] les despareçió la estrella e q[ui]siéronse tornar, mas habido su cosejo, acordaron entrar en Hierusalen e preguntar por la demanda q[ue] trayan, porque consideraron q[ue] tan gran rey no naçería sino en famosa ciudad ⸿ [al margen: los reyes llegaron a Hierusalen] E así preguntando entraron en Hierusalen demandando dónde era naçido el rey de los judíos según lo cuenta el Evangelio de Sant Matheo al segundo capítulo. Como los magos fablaron aquellas palabras los judios les dixeron "callad, no digais tal cosa porq[ue] si lo sabe Erodes matar vos [h]a". Ellos respondieron: "nosotros no venimos a buscar a Erodes sino al que es rei de los judios q[ue] agora nuevamente es naçido, por ende, mostradnos sus palaçios q[ue] lo queremos ver". Respondiéronles, "aquí no ay otros palacios de rey sino los de Erodes, ¿a vosotros q[uien] os dixo q[ue] era naçido rei de los judios?" Respondieron: "vimos la estrella suya en oriente y venimos a adorarle y hazerle reverençia". Oydas estas preguntas los de Hierusalen hiziero[n]lo saber a Erodes e dixeronle: " Señor, gra[n] gente estrangera con gran copia de camellos y dromedaryos es entrada en la çiudad e preguntan por rei de los judíos e diziéndoles q[ue] era Erodes respondieron q[ue] no erades vos el que buscaban sino el q[ue]agora abía naçido pequeño". Oydas estas palabras turbose Erodes e mando juntar todos los sabios q[ue] en la çiudad estaban e más do[c]tos en la Ley e preguntoles: "dezid, [¿]el mexias q[ue] vosotros esperáis es naçido[?], dixeron q[ue] no savían e ynterrogándoles otra vez dixo: "[¿]el tiempo en q[ue] [h]a de naçer es cumplido[?]" ellos dixeron "según las señales [que] [h]ay e son en la Ley, parécenos q[ue] se cumplen". Replicó "[¿]en qué lugar [h]a de naçer[?]" Dixéronle, "según dize el profeta en Belén de Judá, en esta q[ue] está a[qu]i çerca". Dixo Erodes. E a esta le respindieron. Entonçe hubo plazer por saber donde [h]abía de naçer con yntençión de le matar. E mando llamar los reyes secretame[n]te e ellos fiziéronle reberençia. Entonçes les dixo: "amigos [¿]q[ué] buscais[?]" Respondieron: "al rey de los judíos q[ue] agora naçió". "¿Quién os dixo q[ue] era nacido?" les preguntó. Respondieron: "vimos una estrella en oriente e venimosle a adorar". "Seáis bienandantes vosotros q[ue] tan buenas nuevas traéis, e sabed q[ue] todos estos sabios y letrados me dizen q[ue] en esta ciudad de Belén q[ue] está aq[uí] çerca a de naçer, yd para allá e como le ovierdes hallado hazedmelo saber por q[ue] le vaya yo tanbien a adorar". E los reyes magos muy alegres por saber el lugar donde se abía de hallar, despedidos de Erodes, saliendo de la çiudad luego vieron la estrella e gozaronse en gran manera y començandose a menear fueron camino de Belén. E a pocas jornadas llegaron a vista della, e luego con gran alegrya ynbiaron mensajeros delante q[ue] dixesen en casa del rei como yban aquellos grandes señores a fazer reberençia al rei nuevamente naçido. E mientras los mensajeros yban, los reyes e los altos honbres q[ue] con ellos yban ataviaronse de nobles ropas por q[ue] si los saliesen a reçebir non los hallasen mal adereçados, mas los mensajeros q[ue] ynviaron volvieron y dixeron q[ue] no hallaban en Belén nyngunos palaçios sino unos viejos, todos derribados, e q[ue] no abía nueva de tal rey. E los magos turbaronse, mas la estrella no paró hasta q[ue] los metió en Belén e se puso sobre la casa donde N[uest]ra Señora estaba, e començó a echar de sí grandes rayos e çentellas, e descabalgando, allegaro[n] a la puerta de aquel pobre portal, e N[uest]ra Señora, como oyó el estruendo, avía escondido el niño en un pesebre donde destaba una mula e un bu[e]y q[ue] Josep traya e preguntó: "dezid donzella, yo y mys conpañeros no vemos aquí palacios ni aparatos reales [¿]sabríades nos dezir vos donde es naçido el rey de los judíos[?]" E viendo los mudami[ent]os de la estrella, dixo otro: "Señora, [¿]abeys parydo de poco acá treze días[?]" E dixo N[uest]ra Señora q[ue] "parí un ynfante". E luego le suplicaron q[ue] se los mostrase. La señora, temerosa, se llegó al pesebre e tomó el ynfante en sus braços e quando los reyes le vieron luego, por virtud divina le conoçieron e cayeron a sus pies e le adoraron. E abryendo sus cofres le ofreçieron tres dones -oro, enciençio y mirra- oro como a rey, ençienso como a dios divino e mirra como a honbre mortal. En esto vino Josep q[ue] era ydo por fuera e N[uest]ra Señora loaba a Dios en su coraçon viendo q[ue] se comencaban las [e]scryturas a cumplir. Despedidos los magos de la Virgen despues de averle preguntado grandes preguntas del nyño e de lo q[ue] deseavan saber pareçioles el angel del Señor e dixoles q[ue] no volviesen por Hierusalen "más volveos por otro camino", e este aparecimiento fue en sueños. [al margen: fin del Evangelio // q[ue] pasa adela[n]te la ystoria]
En las antiguas ystorias se lee q[ue] el dia o noche q[ue] naçio N[uest]ro Señor tres milagros acaeçieron en las casas destos tres reyes: al prymero rei, q[ue] llamaron Gaspar, q[ue] era rey de Tarso, tenía una hija ençinta, y parió aq[ue]lla noche q[ue] naçió el Salvador un ynfante q[ue], en naçiendo, dixo estas palabras “Hoy es nacido el Salvador del mundo, ansí como yo moryré a los treynta días”, e así acaeçió. Al segundo rey, que llamaron Baltasar, rey de Arabia, se dize q[ue] tenía un avestrud que gozaba un huevo, del qual salió aq[ue]lla mesma noche dicha un león y un cordero, sinificando q[ue] aq[ue]l día paría la Virgen aq[ue]l niño q[ue] avía de ser león de Judá y cordero q[ue] avía de quitar los peccados del mundo. E al tercero rey, q[ue] llamaban Melchior, rey de Saba, tenía un çedro, e al pie del çedro naçió un fruto, e el día del naçimi[ent]o del señor abryose el fruto e salió del una ave hermosa que començó a cantar y dezir “esta noche es naçido el Salvador del mundo". E los reyes, viendo esto y lo que los magos q[ue] estaban en el palaçio del monte les vinieron a dezir, según dize San Agustín. Dize q[ue] les dixeron “agora naçió el Salvador del mundo yd [a] adorarle”. Tomaron gamellos y dromedaryos y grandes conpañas e partieron en busca del nuevo rey. E aq[uí] se cumplió la profesia de Ysaías a los siete [corregido] sesenta capítulos q[ue] dixo “Levántate Herusalen y sé tu alumbrada” así como los gentiles que vienen en tu lumbre andarán las gentes en la tu lumbre y los reyes en el tu naçimi[ent]o. Levanta tus ojos, Hierusalen, y mira en rededor de ti, q[ue] como las hondas del mar cubren la nao, ansí la muchedumbre de los camellos te cubryran, que los de Saba, e de Arabia y de Tarso en aq[ue]l tiempo te cubrirán. Donde me pareçe q[ue] basta lo q[ue] abemos traydo. Los cuerpos de aquestos santos reyes están agora en Colonia donde murieron las honze mill virgenes. Las armas de aquellos reyes que entonçes tenían eran tres escudos, el uno con un luzero y una media luna amarillos en canpo azul y el segundo con diez estrellas amarillas en campo azul y en el tercero un rey negro con una saeta azul, las plumas coloradas y el fierro amaryllo con su ropa colorada como están aquí.
[al margen]⸿ Aquella estrella de oriente / que los Reyes Magos vieron / esa por armas les dieron / con las copas y el presente / q[ue] al viejo nyño ofreçieron /tenían ante sin ellas / otras pintaba el primero / una luna y un luzero / y el segundo diez estrellas / y una saeta el postrero.