Los últimos años del reinado de Carlos II fueron tiempos convulsos dentro y fuera de la corte. La incapacidad del rey para arrostrar los asuntos de gobierno y para traer al mundo un heredero, unido a la crisis política y económica de los territorios de la monarquía hispánica, fueron terreno abonado para la aparición de una inusual cantidad de pasquines, chanzas y sátiras que circularon a diestro y siniestro, muchas veces promovidas desde el mismo núcleo cortesano.
La inquina de estas hojas volanderas no iba dirigida contra el monarca, que a fin de cuentas lo era legítimamente y por la gracia de Dios, sino a su entorno, cambiante a lo largo de su vida y reinado, pero en el que fueron constantes las idas y venidas de individuos (propios y ajenos) cuyo interés fue ocupar el vacío de poder dejado por la inoperancia del rey Hechizado.
La lucha por el poder y la influencia fomentó el surgimiento de bandos que, desde la corte, trataron de manipular la opinión pública. Ya durante la regencia de Mariana de Austria (madre de Carlos II) circularon clandestinamente los papeles en que se difamaba al padre Nithard, jesuita, confesor de la reina madre, sobre la cual ejercía gran influencia. En la dirección contraria se lanzaron también todo tipo de ataques contra el infante don Juan José de Austria, su gran oponente. Tras la caída de Nithard, la sátira se ocuparía años más tarde de los nuevos validos, Fernando de Valenzuela, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa y de las reinas consortes María Luisa de Orleans y Mariana de Neoburgo.
Hoy traemos este documento titulado Escena cómica que representa el tiempo en el trágico teatro de la corte, una obra anónima en la que aparecen representados buena parte de los protagonistas que circulaban en el entorno regio durante los últimos años de Carlos II. El autor de esta obra teatral quiso establecer una conexión alegórica entre cada uno de estos personajes y una cualidad moral o abstracta, como puede leerse en la nómina de personas que conforman la trama, y que nos da una idea de la decepcionante imagen que proyectaba el panorama cortesano del momento.
Aparece, en primer lugar, el rey, símbolo de la majestad oscurecida por el aciago elenco de personajes que lo rodean, a saber:
El resto de la nómina lo componen La Justicia, que “no se sabe quien la hace”; La Verdad, representada por el pueblo, así como los músicos y acompañantes (personajes del entorno de la Bérlips), los metemuertos (los criados de Oropesa) y el apuntador, el secretario de Estado Antonio Ubilla. En estos últimos podemos apreciar un claro juego de dobles significados: nótese que la expresión “música y acompañamiento” se utiliza coloquialmente para referirse a “aquella gente de menor calidad en un concurso, a distinción de la primera o principal” (DRAE). El término “metemuertos” (como el de “apuntador”) es propio del argot del teatro, se llama así a las personas encargadas de retirar los muebles en los cambios escénicos, pero tiene también el significado de “entremetido, servidor oficioso e impertinente (DRAE)”.
GÓMEZ-CENTURIÓN JIMÉNEZ, C. "La sátira política durante el reinado de Carlos II". Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea 4, Madrid: Universidad Complutense. 1984.
BERNARDO ARES, J.M. "Manuel Joaquín Álvarez de Toledo y Portugal", en Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico electrónico.
LEÓN SANZ, V. "Juan Tomás Enríquez de Cabrera Toledo y Sandoval" , en Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico electrónico.
QUINTANA BERMÚDEZ DE LA PUENTE, C. de. "María Josefa Gertrudis Böhl von Guttenberg", n Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico electrónico.