El Fichero General es una de las piezas clave del CDMH, no sólo por representar de manera clara y contundente los orígenes y evolución de lo que es hoy el centro, sino por recoger el espíritu del régimen franquista y su funcionamiento.
Por ese motivo, y en el marco de la Semana Internacional de los Archivos, se ha querido ofrecer una pequeña muestra de lo que se acabó registrado en el Fichero General y que generó situaciones, cuando menos sorprendentes, como la que se detallará a continuación.
Durante la Guerra Civil, el bando nacional incautó todo tipo de documentación en las zonas republicanas que fue conquistando a partir de 1937. Para ello se creó la Delegación del Estado para la Recuperación de Documentos, cuya labor se complementó con la de Delegación de Asuntos Especiales. Ya en los años cuarenta ambos organismos se integraron en la Delegación Nacional de Servicios Documentales, dedicada a proporcionar información a diferentes juzgados y tribunales, con fines represivos.
La documentación incautada se trasladó a Salamanca, donde fue clasificada y analizada. De cada uno de estos documentos se extraían cada uno de los nombres propios que aparecían, además de una sucinta explicación de la referencia que se hacía sobre esta persona y la ubicación del documento. Estos datos se recogían en fichas nominales. El objetivo tan meticulosa labor era localizar y represaliar a los considerados enemigos del régimen franquista.
Mediante este sistema, se elaboraron las más de tres millones de fichas que conforman el Fichero General. Se encuentran organizadas por orden alfabético de los nombres de las personas que figuraban en los documentos. Muchas eran políticos, intelectuales, artistas… pero también hay fichas de miles de ciudadanos desconocidos, que de alguna manera reflejan sus avatares.
En plena Guerra Civil, se inició, en la zona republicana, la evacuación de miles de niños a países como Inglaterra, Francia o la antigua Unión Soviética. Uno de estos procesos de evacuación se organizó en Santander. Cuando la ciudad pasó al bando nacional, toda la documentación generada por el organismo encargado de la evacuación fue incautada y enviada a Salamanca.
De esta documentación podemos destacar las fichas que recogían los datos personales de cada uno de los niños y niñas que fueron evacuados, además de una fotografía. Esta documentación fue analizada de forma exhaustiva en Salamanca.
A partir de una ficha escogida al azar, la de Rosa Pastor Sousa, se puede seguir el rastro de su familia más cercana en el Fichero General y descubrir cómo esa niña de seis años tenía dos hermanos más que también fueron evacuados y aparecen registrados en el Fichero General.
Y dado que en las fichas de los niños se recogen los datos de los padres, éstos aparecen registrados por varias veces en el Fichero General. En el caso del padre, además, se deja constancia de su condición de sindicalista, dato que aparece en las fichas elaboradas por el organismo encargado de gestionar la evacuación de los niños.
Se puede seguir una vez más el rastro de una familia a partir de la ficha de un niño escogido al azar. En este caso, se trata de Antonio Paras Pérez, que también tenía seis años en el momento de la evacuación.
Su ficha nos lleva a la de dos hermanos, que a su vez también aperecen registrados en el Fichero General.
Como consecuencia de lo anterior, los padres también aparecen registrados en el Fichero General, así como la condición de sindicalista del padre.
Los ejemplos se pueden multiplicar por centenares, sobre todo si se tiene en cuenta los miles de niños que fueron evacuados durante el conflicto bélico y cuya documentación acabó formando parte de los fondos de lo que es en la actualidad el Centro Documental de la Memroia Histórica.