¿Se imaginan planificar una ruta de viaje a estas alturas del verano, sin pulsar un sólo clic en alguno de nuestros dispositivos electrónicos? Hoy día es difícil imaginar por un momento la planificación de vacaciones sin trazar previamente un recorrido, un sencillo mapa que evocaremos, no sin cierta nostalgia, entre familiares y amigos pasado el período estival. Incluso en este verano -también pandémico-, tiraremos de cartografías caseras o más elaboradas para adentrarnos en aquellas tierras denominadas por los más antiguos, como "ignotas". Y, sin embargo, y pese a los considerables avances tecnológicos, seguimos sintiendo fascinación por los mapas porque nos susurran historias siguiendo el recorrido sinuoso de los territorios que atravesamos y "aceptando la realidad del Mundo tal y como nos la presentan. Así de sencillo" como nos recuerda la ficción cinematográfica "El Show de Thuman" (1998).
El cartógrafo flamenco Abraham Ortelius, (1527-1598) considerado como padre de la cartografía moderna, compiló todos los mapas del mundo conocido hasta el siglo XVI, dotándolos de belleza, imaginación y colorido. Con una estructura unitaria, a modo de un atlas moderno, describió los nuevos territorios del continente americano fruto de las grandes expediciones marítimas iniciadas por Colón, continuadas por Balboa en 1513 con el descubrimiento del Pacífico, reflejando, además, el estrecho de Magallanes, puerta de entrada por el Oeste a las ansiadas Molucas.
El documento del mes de agosto presenta dos preciosas ediciones cartográficas de Ortelio. Ambos impresos forman parte del fondo bibliográfico antiguo de la Biblioteca del AGI. La edición de 1588, impresa en Amberes por el conocido impresor flamenco Christophe Plantin está profusamente ilustrada en planchas calcográficas coloreadas a mano y en gran formato. La segunda que presentamos, es de tamaño más reducido. De factura no tan llamativa como la anterior que se describe, fue impresa en 1601 por Jan Baptista Vriens y supuso una revolución en la publicación de obras destinadas a los viajes, por su cómodo formato, portabilidad y precio.
La obra de Ortelio gozó de una exitosa acogida desde la primera edición de su publicación en 1570, editándose más de 40 ediciones en un corto espacio de tiempo en diferentes lenguas, a las que se añadirían adendas y suplementos que incluían nuevos mapas, con algunos errores corregidos a través de sus múltiples y exitosas ediciones impresas.