23-F. 40 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO

Hace 40 años nuestra incipiente democracia se vio asomada al abismo de la oscuridad. La progresiva construcción de nuestro actual régimen democrático, tras la aprobación de la Constitución en diciembre de 1978, estuvo a punto de verse trastocada por el golpe de del 23 de febrero de 1981. De todos es conocido el fracaso del golpe y los rostros de los principales rebeldes que terminaron siendo encausados y condenados por el Consejo Supremo de Justicia Militar, cuyas livianas condenas fueron revisadas por el Tribunal Supremo.

Juan García Carrés fue el único civil encartado en el Consejo de Guerra por haber puesto en contacto al Teniente Coronel Tejero con el ayudante del general Milans del Bosch. Abogado por la Universidad de Barcelona, García Carrés desarrolló buena parte de su carrera profesional dentro de la Organización Sindical Española, una las instituciones más genuinas de la dictadura franquista, bajo la protección de ministro de Trabajo José Antonio Girón de Velasco, uno de los hombres más significativos del régimen franquista. García Carrés terminó presidiendo el importante Sindicato Nacional de Actividades Diversas en 1970 que aglutinaba, entre otras, las oficinas y despachos administrativos todo el país.

La muerte de Franco y el desmantelamiento de las instituciones del Franquismo por parte del presidente Suárez, desde 1976, propiciaron que el mundo de personajes como García Carrés se derrumbase. A igual que muchos otros, este gerundense nacido en Port-Bou, se ligó al grupo de personalidades hostiles a los cambios democráticos que asomaban en nuestro país. El búnker, como fue denominado, siempre participó de alguna manera en los hechos más luctuosos de la Transición como la Matanza de Atocha de 1977 o las tres conspiraciones para variar el curso democrático. La primera de septiembre de 1977, tras las primeras elecciones democráticas y en plena redacción constitucional, pretendía, ante lo que consideraban una grave situación, sustituir el Gobierno de Suárez por un gobierno tecnócrata y apolítico. La segunda, la Operación Galaxia, que fue abortada poco antes de la aprobación de la Constitución por las Cortes. Y, la última, la conspiración del General Torres Rojas, comandante de la División Acorazada Brunete, la unidad más poderosa del Ejército español radicada en Madrid, que tampoco fructificó.

Personajes como García Carrés participaron de alguna manera en estas conspiraciones. Unas veces creando estados de opinión, como colaborador del diario El Alcázar, en los que se refería al coronel Tejero como "un soldado con honor y un hombre fiel a sus pensamientos”. También organizando festivales como el que reunió a 25.000 personas en la plaza de toros de Las Ventas para homenajear a la Guardia Civil en octubre de 1980.

En el fracasado golpe del 23 de febrero de 1981, García Carrés medió para que El Alcázar publicase el manifiesto del teniente coronel Tejero que justificaba el golpe. Además, estuvo presente al menos en una de las reuniones que mantuvieron en Madrid, a mediados de 1980, los tenientes coroneles Tejero Molina y Pedro Mas, ayudante de Milans, y en las que se decidió encargar a Tejero la elaboración de un plan para la toma del Congreso de los Diputados. Fue condenado a dos años de cárcel. Para él, como para muchos otros, el camino democrático que España había emprendido no era válido. Si para la inmensa mayoría de los españoles la Constitución era el punto de encuentro, para una minoría, era la Constitución del enfrentamiento, según sus declaraciones a El País.