A través de su trabajo con una carta topográfica en la que se representan los términos leoneses de Brazuelo, Pradorrey y Bonillos, la obra reflexiona sobre el concepto de territorio y examina cómo los mapas fragmentan el paisaje natural en líneas invisibles e imposibles. Estas fronteras artificiales, que dividen montañas, valles y bosques, evidencian la intervención humana en un entorno interconectado y vivo. La artista crea una instalación que combina materiales recolectados del entorno con representaciones cartográficas, resaltando las contradicciones entre la unidad del paisaje y la obsesión humana por delimitar y poseer. A través de un collage compuesto por diferentes elementos de la naturaleza se nos invita a reconsiderar nuestra relación con la tierra, recordando la fragilidad de los ecosistemas y la importancia de un equilibrio natural; un llamado a la consciencia ecológica y al respeto por las conexiones esenciales del mundo natural, más allá de las divisiones impuestas.
Carta topográfica de los términos de Brazuelo, Pradorrey y Bonillos (León), delimitados por líneas de mojones, señalando prados, cañadas y dehesas.
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