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Nacida en Madrid en 1912, María Braña cursó sus estudios secundarios en el Instituto Escuela. Allí fue alumna de María Elena Gómez, que cultivó en ella la afición por la Historia Medieval. Pasó luego a la Universidad Central de Madrid, en cuya Facultad de Filosofía y Letras cursó la licenciatura, siendo alumna de Claudio Sánchez Albornoz.
Compaginó los estudios superiores con sus clases en el Instituto Escuela. Y aunque su vocación primera fue la enseñanza, tras la Guerra Civil fue depurada e inhabilitada para la actividad docente.
Este hecho no supuso, sin embargo, su renuncia a la búsqueda de una salida laboral relacionada con sus estudios y en 1945 aprobó las oposiciones del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos.
Destinada provisionalmente al Museo Arqueológico Nacional, inició su nueva carrera profesional en el Archivo de la Delegación de Hacienda de Segovia, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar la Dirección de lo que fue el Archivo Histórico Provincial.
Luego se trasladó a Toledo donde dirigió el Museo Arqueológico de la ciudad.
En 1950 volvió al Museo Arqueológico Nacional donde estuvo al cargo de las colecciones de vidrio y cerámica, de época medieval y moderna. Éste, el de la cerámica, fue uno de sus principales campos de estudio e investigación, llegando a conseguir una beca uqe le llevó a Inglaterra para formarse sobre este área.
En 1971 se trasladó al Museo del Prado donde, en colaboración con Isabel Ceballos Escalera, catalogó el extenso legado del coleccionista de Arte Pedro Fernández Durán, que incluía obras pictóricas y escultóricas, de artistas como Goya o Roger van de Weyden; así como dibujos y grabados de pintores no españoles.
En 1973, se fue al Museo del Pueblo Español donde permaneció hasta su jubilación en 1982.
Otro hecho reseñable fue su pertenencia a la Asociación Española de Mujeres Universitarias que llegó a presidir y en cuyas filas encontramos otros interesantes perfiles académicos y profesionales.
La Asociación Española de Mujeres Universitarias (AEMU) nació en 1953, como continuadora de la labor ejercida por Juventud Universitaria Española (JUF). Esta asociación se creó a instancias de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas y tenía como fin la defensa de los intereses del creciente número de mujeres universitarias españolas. Si bien es cierto que la Universidad se había ido abriendo progresivamente a la presencia femenina, eran todavía muchos los obstáculos que debían superar y, sobre todo, el reconocimiento posterior mediante el ejercicio profesional.
Juventud Universitaria Española contó con el talento de mujeres de la talla de Concepción Alexandre, María de Maeztu y Clara Campoamor. Al igual que haría la Asociación Española de Mujeres Universitarias, la JUF se integró en la Federación Internacional de Mujeres Universitarias.
Las impulsoras de la Asociación Española de Mujeres Universitarias en la década de 1950 fueron Soledad Ortega, Isabel García Lorca y Pilar Lago.
María Braña de Diego presidió la asociación en los años 60.