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Las últimas posesiones

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Tras la pérdida de casi todos sus territorios en Ultramar, un hecho ya irreversible a fines de 1825, la Monarquía española se ve reducida a una serie de territorios estructuralmente muy heterogéneos, geográficamente muy dispersos y aislados entre sí. Las islas de Filipinas, Cuba y Puerto Rico continuaron perteneciendo a España hasta 1898, y Santo Domingo, actual República Dominicana, volvió a integrarse transitoriamente en ella hasta 1865.

Por el Tratado de Basilea de 1795 Nueva ventana, España cedía Santo Domingo a Francia. Años más tarde, se produjo la invasión haitiana en Santo Domingo sitiando la capital y practicando una guerra de destrucción de cultivos y ganado para reducir por hambre a los defensores dominicanos. Tras una penosa y destructiva guerra de Independencia contra los franceses (1808-1809), Santo Domingo se reincorporó a la Monarquía española.

Llegó la paz, pero continuó la ruina económica y comercial. La metrópoli no se hallaba en condiciones para ayudar a la reconstrucción de Santo Domingo, ya que la Guerra de la Independencia en España Nueva ventana y las guerras de independencia iberoamericanas Nueva ventana habían agotado los recursos disponibles. En 1822, se produce una nueva invasión haitiana, seguida de un período de unidad política de toda la isla. En 1844, los dominicanos recuperaron su independencia, pero la grave situación no pudo remediarse dando lugar a una situación de verdadera anarquía. Por ello, se solicitó la reincorporación a España, cuyo gobierno aceptó (1861), aunque no disponía de los medios económicos para rehacer la economía dominicana. En 1863 comenzó una sublevación antiespañola que degeneró en una penosa guerra. La sangría de hombres y dinero, el temor a que los Estados Unidos pudieran intervenir en el conflicto y la falta de recursos llevaron al gobierno español a abandonar definitivamente Santo Domingo en 1865.

Tras la Guerra Hispano-norteamericana de 1898 Nueva ventana, con el enfrentamiento de ambas escuadras en el Pacífico y en el Caribe, España perdió lo que quedaba del Imperio: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam. El Tratado de París de 1898 Nueva ventana certificó la liquidación del imperio colonial español, sumiendo al país en un desastre económico y produciendo una gran conmoción moral, de la que rendirán cuenta los intelectuales de la Generación del 98.

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