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Reino Unido

Tras la derrota de Napoleón, las grandes potencias vencedoras, Prusia, Rusia, Austria e Inglaterra se reúnen en Viena entre 1814 y 1815 para definir las relaciones entre los estados europeos. Los aspectos más importantes eran la vuelta al absolutismo basado en el principio de legitimidad, el intervencionismo en defensa de los mismos y trazar nuevas fronteras en el reparto del Imperio Francés basadas en el principio de equilibrio.

España, excluida de la Paz de París de mayo de 1814, llega a Viena como potencia de segundo orden y sin ningún poder de negociación ante unas potencias cuyos diplomáticos habían acordado y firmado de antemano dichos pactos.

A lo largo de los meses de negociaciones, se reorganizan las fuerzas pasando Francia a ser firmante principal del Congreso. Agotado el período de negociaciones, España se niega a firmar el acta al no ver satisfechas sus pretensiones de acceder a la sucesión al ducado de Parma. Acabará firmando el Acta del Congreso de Viena en 1817, tres días después de firmar su compromiso con la Santa Alianza.

El Tratado de la Santa Alianza fue una iniciativa del zar Alejandro I que buscaba la unidad de la cristiandad en la defensa del absolutismo, pero también era un instrumento de Rusia contra la política exterior británica. Fue firmada en 1815 por el emperador de Austria, Francisco I (Florencia, Italia, 1768-Viena, Austria, 1835), el rey Federico Guillermo de Prusia (Potsdam, Alemania, 1770-Berlín, Alemania, 1840) y el zar. Fernando VII firmó el tratado un año después gracias a las gestiones del plenipotenciario ruso, Tatischeff (1767-1845), muy cercano al monarca español.

Viena fue el primero de una serie de Congresos que se celebraron entre las principales potencias, incluida Francia, para evitar el avance del liberalismo. Los siguientes se celebraron en Aquisgrán (1818), Troppau (1820), Leibach (1820-1821), y Verona (1822).

Los movimientos de independencia iberoamericanos eran vistos por las potencias europeas con inquietud cuando en Europa se buscaba el mantenimiento de la integridad de las monarquías tradicionales. Pero, Inglaterra quería aprovechar las oportunidades comerciales que se le abrían y defendía, además, la abolición de la esclavitud.

En agosto de 1818, España pedía la mediación de las potencias europeas a cambio de una amnistía general, libertad de comercio, igualdad de los cargos en América y la predisposición a adoptar las medidas propuestas por los aliados. Unos meses más tarde la política española cambió, y cuando en el Congreso de Aquisgrán, celebrado entre octubre y noviembre de ese año, los aliados propusiesen la mediación de todas las potencias en América, España lo rechazó.

La ola revolucionaria de 1820 provocó una reacción de las potencias europeas. En el Congreso de Troppau, celebrado en octubre de 1820, Austria, Prusia y Rusia acordaron la intervención militar en los países en los que triunfase un gobierno revolucionario. Finalmente, se encarga a Austria la intervención para sofocar la revolución en Nápoles. Un mes más tarde comenzaba el Congreso de Leibach en el que se presionó a Francia para que interviniese contra el gobierno liberal español, pero nada se hizo.

Finalmente, la intervención francesa en España se decide en el Congreso de Verona, celebrado en octubre de 1822. El 7 de abril siguiente las tropas del Duque de Angulema cruzan los Pirineos para restaurar a Fernando VII en su trono absoluto.

Dos años más tarde, España pide ayuda militar a Francia para sofocar los movimientos de independencia iberoamericanos, y se convoca a los aliados a una conferencia en París para tratar el asunto. Pero, Inglaterra anuncia su intención de reconocer la independencia.

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