Estas publicaciones, tan gráficas y cautivadoras, surgieron en todo el mundo occidental a mediados del siglo XIX. Con el avance y desarrollo de la prensa ilustrada alcanzaron en Europa y América plena autonomía, independizándose de los periódicos diarios, donde muchas se iniciaron, pasando a ser un tipo de periódico especializado con cadencia semanal, quincenal o incluso mensual. Cuando la imprenta y las artes gráficas lograron perfeccionar los sistemas de reproducción de originales, empezaron a publicarse verdaderas obras de un nuevo arte, que algunos situaron en el lugar noveno, tras el cine y la fotografía.
En los años del cambio del siglo XIX al XX, en varios países europeos, y sobre todo en los Estados Unidos, surgen creadores excelsos de ese nuevo arte comunicador, un arte narrativo, que muestra y expresa, que se ve y se lee. Son los comics, funnies, bandes dessinées, fumetti, quadrinhos, muñequitos, historietas y tebeos. Cada país le da un nombre, pero todos se refieren a un mismo tipo de publicaciones muy gráficas y en las que un nuevo medio expresivo se afianza con decisión.
El emergente siglo XX será el de la madurez y expansión mundial de un nuevo medio de comunicación, con las formas plásticas como medio de transmisión de ideas, emociones, sentimientos y mensajes educativos. Contemplar tebeos siempre conlleva una carga de nostalgia y melancolía al evocar tiempos y circunstancias ya desaparecidos, una emoción que cualquiera puede disfrutar.
Los tebeos de esos años fueron también un material de intercambio, de trueque. Como la economía familiar era exigua, los muchachos tenían que apañárselas comprando algunos ejemplares para sus colecciones, cambiando otros, o incluso, alquilándolos en los míticos lugares donde rezaba el eslogan de “Se compran, se venden, se cambian y se alquilan tebeos y novelas”. Allí, por unos céntimos, y sentados a la vista del dueño o del dependiente, podían leer la última novedad. En otras ocasiones, los chicos acudían con sus lotes bajo el brazo, para canjearlos por otros o jugárselos a la taba o los dados.
Y, por último, hay que destacar la importancia del coleccionismo de los tebeos en España que, aparte de preservar los materiales como documentos imprescindibles, ha contribuido a mantener vivo el recuerdo de un tiempo pasado y ha propiciado su recuperación, a través de los clubes y asociaciones culturales de todo tipo, o de la edición de facsímiles de colecciones inencontrables, permitiendo, de esta manera, su revisión crítica.