Miguel Mañara nació en Sevilla en 1627, en el seno de una familia acomodada. Fueron sus padres Tomas de Mañara, comerciante llegado desde Calvi (Córcega) que hizo fortuna como cargador a Indias, y Jerónima Anfriano Vicentelo, sevillana de ascendencia corsa.
Heredero del patrimonio familiar al morir sus hermanos mayores, una juventud licenciosa dio paso, a la muerte de su esposa Jerónima Carrillo en 1661, a un cambio radical de vida. Ingresó en la sevillana Hermandad de la Caridad, de la que fue Hermano Mayor hasta su muerte, y fundó el Hospital de la Caridad para atender a los numerosos enfermos y mendigos de la ciudad. En su iglesia de la Santa Caridad dispuso ser enterrado, en el pórtico, bajo una losa con el conocido epitafio aquí yacen los huesos y cenizas del peor hombre que ha habido en el mundo.
A su muerte, que causó conmoción en la ciudad, Sevilla quiso alzarlo a los altares y envolvió en la leyenda sus años de juventud. La leyenda inspiró al romanticismo francés, que cambiando su nombre por el de Juan lo asoció al personaje del Tenorio de Tirso de Molina. Y a su fama de seductor alude el sevillano y universal Antonio Machado en sus versos ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido, ya conocéis mi torpe aliño indumentario.
Miquel Mañara redactó su testamento en Sevilla, el 17 de marzo de 1679, y escrito de su propia mano y cerrado lo entregó al escribano Francisco Fernández, quien lo leyó públicamente a su muerte, el 9 de mayo.
El testamento responde en sus líneas esenciales a los de su época: invocación, una extensa protestación de fe, e intitulación (yo don Miquel Mañara, ceniza y polvo, pecador desdichado). Sigue el cuerpo del documento: la exposición de motivos, que incluye la imprescindible expresión del cabal juicio, y las cláusulas dispositivas, en las que dispone cómo desea su enterramiento, nombra heredera universal a su alma, y deja encargadas misas y sufragios, mandas, y dotaciones a los criados. Concluye con la designación de albaceas y revocación de anteriores testamentos, la fecha y firma del testador.
A lo largo de todo el texto, la expresión literaria supera al mero dispositivo: Todo lo que no es Él digo es mentira, y lo tengo por estiércol y basura y quimera de hombres vanos y ridículos…; ¡Ay de mí! ¡Quién se cayera muerto antes de acabar estos renglones y, pues van bañados con mis lágrimas, fueran acompañados con el postrer suspiro de mi vida!; la dura conminatoria a los albaceas si no cumplen con lo que toca al funeral y entierro porque quisieron oir las voces del mundo fantástico y soberbio,... las razones vanas, llenas de fausto y vanidad…en la vana pompa de dar sepultura a un cuerpo podrido; o la extensa petición y ofrecimiento de perdón a todas las personas a quien hubiere ofendido y escandalizado, que precede a la fecha.
El ejemplar que se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón es una copia simple de época a la que precede el título de “Testamento del Venerable Siervo de Dios Don Miguel de Mañara, Caballero del ávito de Calatrava, Natural de la ciudad de Sevilla y Reedificador de la insigne Casa de la Caridad de dicha ciudad”.
El ejemplar es un bifolio que ingresó en el Archivo en 1955 junto otros documentos de heterogénea procedencia y contenido adquiridos al librero y bibliófilo José Porter. Advertido su interés, se añadió a la colección de documentos curiosos y notables, con signatura ACA, Colecciones, Reserva 13.