Tras las grandes conquistas en el sur y levante realizadas por las Coronas de Aragón y Castilla a mediados del siglo XIII, el establecimiento de la población cristiana que siguió a las operaciones militares se efectuó mediante la distribución o reparto de las casas y heredades de los anteriores habitantes musulmanes. Para ello, los reyes nombraron comisiones (cuyos miembros se llamaron partitores o divisores) que repartieron los lotes de casas, tierras, bienes y derechos entre los conquistadores, según sus méritos y condición social. Estas donaciones se formalizaban mediante escrituras libradas a los beneficiarios, pero al mismo tiempo se registraban abreviadamente en unos libros en los que se hacía constar los nombres de los beneficiarios, bienes entregados, medidas, localización y otras circunstancias, junto con los actos y operaciones relativas al reparto de tierras, bienes inmuebles y derechos entre los conquistadores y nuevos pobladores. La expresión documental de esta empresa se reflejó, pues, en estos libros registros llamados “repartimientos”.
Se desconoce con exactitud cuántos de estos libros pudieron ser redactados en la Corona de Castilla a lo largo del siglo XIII. Uno de los más antiguos es el de Córdoba (realizado en 1236). El más conocido es el de Sevilla (de 1253-58), pero sólo en ese reino se han conservado otros cinco del siglo XIII (por orden de antigüedad, los de Carmona, Écija, Jerez, Cádiz y Véjer de la Frontera), aunque hay constancia de la existencia de otros, como el de Niebla. En la zona levantina, se conservan los de Murcia, Lorca y Orihuela (elaborados hacia 1272-1273). En la Corona de Aragón también se utilizó este sistema en los reinos de Mallorca y Valencia. Del “Repartiment” de Mallorca, redactado en su versión original hacia 1230-1232, se conservan cuatro códices, uno de ellos en el Archivo de la Corona de Aragón, de fecha más tardía. El de Valencia se trata de un modelo por completo diferente a los otros que se hicieron en el siglo XIII.