5 en el Camino

Hola abuelo, en la jornada de hoy hemos entrado en Galicia. ¡Ya queda menos! Me ha dado mucha penita despedirme de Meike, pero sé que nos volveremos a encontrar en algún lugar del Camino (¡o del mundo!).

Brian, Pelayo, Roque y yo pasamos una jornada muy agradable. Después de atravesar las aldeas de La Farrapa y Cereijeira, llegamos a Castro, donde están las ruinas del antiguo castro de Chao Samartín, un asentamiento de la Edad de Bronce. Visitamos el museo y a Brian le fascinó. Es muy curioso y quiere saber de todo.

Subimos el alto del Acebo y nos despedimos de Asturias. Pasamos por Acebo, Cabreira y Fonfría, hasta llegar a Paradanova. A Brian todos los nombres le suenan muy exóticos y los apunta en una libreta que lleva siempre consigo, como yo mi cuaderno.

Remontamos un repecho bastante duro, él con la lengua fuera y Pelayo, Roque y yo, como si nada. Llegamos a A Fonsagrada, el ayuntamiento más extenso de Galicia, frescos como lechugas. En la fuente del pueblo, en la que Brian estuvo bebiendo un rato largo, nos encontramos con una mujer que le dijo:

Oh là là! Si en vez de leche saliera chocolate... sería un milagro mucho más sabroso, pensé yo. Ya sabes que no me gusta nada la leche.

Con un español aún peor que el de Meike, Brian le preguntó a la señora por las comidas típicas de la zona.

Nos llevó a una tasca, que era tienda y bar a la vez. Brian no paraba de hacer fotos. El butelo es un embutido grandote con carne de cerdo y pimentón, como un chorizo enorme, pero con huesos dentro, ¡riquísimo! Que se lo digan a Pelayo, que se comió una buena ración (con huesos y todo).

La torta también estaba deliciosa, llevaba almendra y crema. Le iba a dar un trocito a Pelayo y me acordé de lo que decía Meike de darle dulce al perro y se lo di a Brian, que come sin parar.

Está superemocionado, anotando todas las recetas y haciendo fotos a cada comida o ingrediente que encuentra a su paso. Me confesó que su sueño era abrir en Sidney un restaurante especializado en comida del Camino de Santiago. ¿No te parece una idea fantástica? ¿Te he dicho que es guapísimo? No me importaría nada de nada ir a Sidney a visitar su restaurante, cuando lo inaugure (o incluso antes).